Divendres, 22 de novembre de 2024



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L'Ajuntament de Barcelona i La Fàbrica publican ‘Barcelona. Fotògrafes/Fotógrafas’ d'Isabel Segura
acec19/9/2020



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L'Ajuntament  de Barcelona y La Fábrica publican el libro Barcelona. Fotògrafes/Fotógrafas, una obra que da voz y reivindica el trabajo de 21 fotógrafas que fueron testigos de algunos de los momentos históricos más destacados de la ciudad, desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad.


 
Se trata del primer libro que reconstruye la historia de la ciudad a través de la mirada de mujeres fotógrafas, poniéndolas en relación, y explorando la narrativa urbana que con sus imágenes han contribuido a construir. Mujeres como Margaret Michaelis y sus fotografías sobre el barrio de Sant Andreu; Dora Maar, que retrató a las campesinas en las plazas de los mercados, o Kati Horna y su testimonio sobre una ciudad en guerra; Pilar Aymerich, que fotografió el tiempo de la censura; Carme García, fotógrafa desde las azoteas, o Colita, directora de fotografía de la revista Vindicación Feminista, entre otras. En definitiva, «son fotógrafas, sin etiquetas, que quieren contar historias y hacerlas públicas».


El libro, que reúne imágenes desde la proclamación de la II República hasta la actualidad, incluyendo, por supuesto, la Guerra Civil Española y la represión social durante los años del franquismo, cuenta con imágenes de Pilar Aymerich, Consuelo Bautista, Joana Biarnés, Anna Boyé, Milagros Caturla Soriano, Colita, Silvia T. Colmenero, Carme García Padrosa, Kati Horna, Dora Maar, Roser Martínez Rochina, Anna María Martínez Sagi, Margaret Michaelis, Marta Povo, Guillermina Puig, Marta Sentis, Rosa Szücs del Olmo, Gerda Taro, Anna Turbau, Montserrat Vidal i Barranquer y Pilar Villarrazo.


 
Barcelona se internacionaliza con la fotografía a partir de los años treinta. Los cambios sociales, políticos y demográficos de la época hicieron de la ciudad un destino interesante para las fotógrafas que participaban de las corrientes más innovadoras. Unas llegaron para quedarse, y se instalaron en sus barrios; otras, vivieron y desarrollaron su carrera allí, y otras estaban de paso y descubrieron un lugar en el que poder trabajar. Pero todas las mujeres fotógrafas que retrataron sus calles y su gente contribuyeron a crear la imagen de una Barcelona moderna y cosmopolita.


La situación política que vive la ciudad de Barcelona con la proclamación de la II República, en 1931, y el consiguiente cambio social, la convierte en un periodo muy intenso informativamente. En esta década, Barcelona tiene un millón de habitantes, es una ciudad diversa, de acogida, una ciudad en proceso de cambio, tanto cultural –con una apuesta firme por la cultura como herramienta de transformación social– como urbanístico y político. «Son cambios que reconocen la voluntad de diversos colectivos de transformar las relaciones entre la ciudadanía y las instituciones públicas, y también las relaciones entre hombres y mujeres. En definitiva, son cambios que quieren explorar nuevas maneras de vivir tanto colectiva como individualmente, lejos de las viejas y obsoletas políticas y de los antiguos arquetipos», señala Isabel Segura.


 
En Europa el auge del nazismo impulsa a algunas creadoras a buscar cobijo en Barcelona, ​​a la vez que otras creadoras europeas llegarán a la ciudad para conocer los cambios políticos de primera mano. Margaret Michaellis centrará gran parte de su trabajo en el barrio del Raval y captará la sensibilidad de un barrio marginal, como el caso de Rosita, una trabajadora sexual, un barrio rechazado por los urbanistas que trabajan para la transformación de la ciudad, el movimiento arquitectónico del GATCPAC, con el que Michaellis colaborará estrechamente. También será la encargada de hacer el seguimiento para la contratación del conjunto residencial de la Casa Obrera, espacio con el que se pretendía poner en relación la vivienda con los servicios y las necesidades sociales reales de la clase obrera dotándolo, además, de nuevos programas educativos. Esta transformación social permanecerá bajo el relato fotográfico de Margaret Michaellis: “Se establecía que la vivienda obrera debía estar en zonas urbanizadas y bien comunicadas, un principio radicalmente distinto del que se había aplicado en las casas baratas construidas por la dictadura en las periferias incomunicadas, que dificultaban el acceso al trabajo remunerado y a cualquier servicio urbano”, explica la autora.


   
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