“Era una niña de la ciudad, vivaz, simpática, curiosa, juguetona, delicada, sensible, imaginativa”. Así se presenta Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941) en esta narración autobiográfica en cuya cubierta se reproduce un retrato suyo de cuando era joven. En la fotografía aparece con un cierto aire desafiante que confirma, en la actitud, el título de la obra y que dialoga con una segunda instantánea que aparece al abrir la solapa. En ella se muestra más reposada tras el paso de los años. Ambas imágenes, por lo tanto, son de la misma Peri Rossi, la conocida escritora en el ámbito hispánico que ha recibido multitud de premios (el más reciente, el Iberoamericano de Letras José Donoso 2019) y ha cultivado todos los géneros con un estilo muy personal, como muestran sus últimas entregas: Las replicantes (2016) en el ámbito de la poesía, Todo lo que no te pude decir (2017) en el de la novela y Los amores equivocados (2015) en el del relato corto.
Con La insumisa, Peri Rossi se adentra en el relato de la propia vida. Para ello, no sigue un orden cronológico lineal sino que se decanta más bien por recrear ciertas circunstancias significativas del pasado. En los primeros capítulos recoge situaciones de la infancia, algunas divertidas y otras, la mayoría, llenas de ternura, que reflejan la imagen de una niña despierta e inteligente, que se preguntaba el porqué de todas las cosas.
Así, la realidad aparece filtrada por los ojos de una chiquilla que no comprende la ausencia de alguien amado, que quiere con locura a su madre, que disfruta de los placeres del pueblo tras una enfermedad y que puede sentir lejana, en la idílica existencia campestre, la desavenencia de sus padres porque en la niñez todo es presente. En otros capítulos, sin embargo, la narración bucea en pasajes oscuros y muestra un padre violento que descarga su frustración con la madre y con la hija.
En La insumisa, Peri Rossi mira desde el feminismo y analiza diferentes usos masculinos con las mujeres: la humillación, la misoginia, el desprecio y la superioridad, entre otros. También hábitos sociales femeninos como la inconveniencia de usar pantalones o la dificultad de ser escritora, así como la necesidad de pintarse los labios y dedicarse a las labores del hogar. Incluso muestra el amor lésbico desde el convencimiento de que lo importante es amar.
La obra, además, es un libro sobre las primeras veces: el primer dolor, la primera ausencia, la primera frustración, el primer amor, la primera insumisión…, todo ello aderezado con los Nocturnos de Chopin, las Sonatas de Smetana, Schubert, Sibelius y Beethoven… Y con toda la literatura imaginable. La obra, finalmente, tiene un estilo intensamente lírico, abunda en descripciones poéticas y se resuelve en frases redondas que persisten, a modo de eco, en el oído del lector.