Dos poetes i un narrador a ‘Veus Noves’
20/3/2012
Iván Humanes, Álex Chico i Juan Vico. (Foto:Carme Esteve)
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Dante Bertini va presentar els poetes Juan Vico i Álex Chico i el narrador Iván Humanes a la sèrie ‘Veus Noves’ d’aquest mes de març, coordinada per Albert Tugues.
Després de la presentació que Bertini va fer dels tres escriptors, Juan Vico i Álex Chico van llegir una selecció dels seus poemes, i el narrador Iván Humanes va llegir el relat de ciència-ficció Unida (en publiquem una selecció al final d’aquesta nota).
Seguidament, es va entrar al debat sobre l’escriptor i la necessitat d’escriure. Vico, que va dir que dubtava del sentit de les lectures públiques, de la seva eficàcia real, va explicar que va arribar a l’escriptura “de forma natural a través de la lectura, sense sentir aquella necessitat d’expressió turmentada, apassionada, pròpia dels romàntics”. I va comentar que l’escriptura li servia com un argument per a parlar de coses, com un guió per a una pel·lícula.
Chico també es va referir al fet d’escriure com si fos l’acció de seguir llegint, “per a endinsar-se a l’aventura de la poesia, intentant construir poc a poc una veu pròpia”. Tot i que també el va motivar a escriure “el fet d’haver estat un mal violinista, entre altres fracassos, és a dir, com que tocava malament el violí, vaig començar a escriure poemes”, va afegir amb humor.
D’altra banda, Iván Humanes va ironitzar sobre els “paradisos artificials” per a explicar la seducció i el plaer d’escriure. Abans, però, va llegir Unida, un relat entre la ciència-ficció i el conte fantàstic, l’acció del qual se situa en un món futur, contaminat, on uns fills amb màscares de gas s’alimenten de la carn nutritiva de la mare i el pare.
Després es va parlar de les imatges poètiques tradicionals gastades per l’ús, així com també de l’abús en les obres actuals d’imatges pròpies de la societat de consum, postmodernes, incorporades a la poesia. També es va comentar la influència del cine (van citar Alfred Hitchcoch, David Lynch i la música per a les seves pel·lícules de Bernard Herrmann i Badalamenti), la pintura (Vico va llegir un poema en què citava Pollok), així com la influència de les noves tecnologies en la creació. L’acte es va cloure amb unes paraules de Dante Bertini sobre l’enigma: “Com comença un llibre, com s’origina?”, i va agrair a continuació la presència dels tres nous escriptors i la participació animada del públic en el debat.
En la propera lectura de ‘Veus Noves’, el 19 d’abril, Eduardo Moga presentarà Ignacio Cartagena i Carlos Bueno.
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JUAN VICO (Badalona, 1975). Llicenciat en Comunicació Audiovisual i màster en Teoria de la Literatura i Literatura Comparada. Ha publicat la novel·la Hobo (La Isla de Siltolá, 2012) i els llibres de poemes Víspera de ayer (Pre-Textos, 2005; Premi Arcipreste de Hita) i Still Life (UAB, 2011), així com els quaderns Gozne (Ajuntament de Saragossa, 2009) i Densidad de abandono (Edicions 96, 2011). Codirigeix el cicle de lectures literàries Els dilluns de la Cigale, i col·labora amb articles sobre literatura i cine en diverses revistes culturals.
LECCIÓN DE ANATOMÍA
Imagino un pintor del mil quinientos,
un oscuro aprendiz, un ladronzuelo
que trata de escurrirse a ras de noche
junto a la tapia gris del cementerio,
oigo su paso abrupto mientras corre
con el brazo de un muerto bajo el brazo,
camino del taller: palpita aún,
se diría, ese cúmulo de nervios;
pero es su corazón el que resuena.
Huele a sombra y a piedra, se oye el leve
rasguño iluminado del esbozo,
al final de otro día, otro cualquiera,
sentado en mi escritorio frente al negro
de la pantalla: escribo este poema,
me miro en ese espejo mientras trato
de copiar los despojos de mi tiempo,
de salvar un recuerdo, una mirada,
la luz de un cielo más, de un cielo menos.
Veo mis manos pudriéndose en la mesa,
y un trapo bermellón que adorna el suelo.
BREAKFAST WITH BACON
Anoche me guiñaban los semáforos,
la tuerta de Eisenstein y el camarero,
ese trozo de carne descompuesta
que entre mis lienzos duerme todavía.
Un perro ladra al borde de mis dedos.
La mañana parece un ajedrez
dibujado en el fondo de un gran vaso
lleno de espuma roja.
REAR WINDOW
La propina de luz sobre el estrecho parterre
con ínfulas de parque, ya casi desierto,
que separa mi edificio del inmueble vecino.
El perro que se afana en rebuscar entre la escasa vegetación.
El niño que me observa desde una de las ventanas
que poco a poco se han ido
iluminando: le hago un gesto divertido,
pero no obtengo respuesta.
La mujer
que aparece enseguida en la ventana contigua, y allí se queda,
completamente inmóvil, con la vista pegada en un punto
indefinido. Otra silueta surgiendo
dos pisos más arriba, y luego otra en el piso
inmediatamente inferior.
La impiedad de la noche
posándose en mi cara como una toalla mojada. La farola
que parpadea
rítmicamente
en una secuencia de tres por cuatro.
La luna misma, vieja puta, nuestra sucia guillotina,
siempre a punto de caer como una uña cortada.
El cansancio deslizándose por mis tendones, el ardor empujando
bajo los cráteres de la memoria.
La noche pulpa,
la noche errata, la noche cúbica y cuna.
La boca seca, las manos secas, la mente seca.
El ojo embuste. La noche gruta. La grieta exacta.
LA HORA DEL LOBO
La esfera que podría aplastarme
mide poco más de dos centímetros y rueda,
intermitente, junto al zócalo.
Ahora que el techo vibra como una membrana,
reordeno mis gestos en busca
de la pregunta pertinente y desmenuzo
las vocales de los nombres, índice sobre pulgar,
que van quedando atrapados en los cristales
de mi sudor. Los paisajes
se superponen en mi memoria,
pero sería incapaz de detenerme a describirlos; la exasperante
nada que me rodea
arrastra,
sin embargo, mis argumentos.
El tabique interrogado por la marca
de una minúscula mordedura. Las ventanas ciegas
como alfileres. El mandato de la lámpara apagada.
Los cuatro ceros parpadeantes del despertador.
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ÁLEX CHICO (Plasència, 1980). Llicenciat en Filologia Hispànica per la Universitat de Salamanca. Actualment prepara una tesi sobre l’obra de José Antonio Gabriel y Galán per a la Universitat de Barcelona. Professor de llengua i literatura en un institut d’El Prat (Barcelona). És autor dels llibres de poemes Dimensión de la frontera (ed. La Isla de Siltolá, Sevilla, 2011) i La tristeza del eco (Editora Regional d’Extremadura, Mèrida, 2008), entre altres publicacions. Codirigeix la revista Kafka, així com la programació literària de La Cigale de Barcelona.
Primer momento
Lo más extraño del viaje
es no saber hacia dónde se regresa.
Acaso diría Walter Benjamín
que en esos lugares parece haber pasado todo
lo que aún nos espera.
(de La tristeza del eco, Editora Regional d'Extremadura, 2008)
Instante
Ciertos lugares conservan el paso
de los que se detienen, y deciden –al cabo –
observar lo que les rodea.
Sin más interés que el de permanecer allí
por algún tiempo.
Esos territorios en donde el instante
pretende ser perpetuo,
cercados por un bosque
con una explanada verdosa en su centro.
En esos lugares se aprende a decir: lo desconozco.
De ahí su condición inabarcable: siempre quedarán
sujetos a una duda.
Un espacio –un lugar – que acaba por no saberse
si existió, y logrará subsistir en la distancia.
Donde no ha ocurrido nada y sin embargo
se logra no haber sido nunca.
(de Dimensión de la frontera, La Isla de Siltolá, 2011)
Ficciones
A este lugar le sucede
una impostura:
la lluvia que empapa el toldo,
el nombre de una calle extranjera,
el vidrio que nos separa
y nos vuelve invisibles,
la hora exacta de lo impreciso.
Tono de voz, postura, ritmo al andar.
El pliego del abrigo.
La mirada aparentemente casual.
El movimiento espontáneo que creemos
dirigido, ante todo, por el azar.
Una impostura, es cierto.
Aunque así es, a veces, la vida:
hacer de la mentira
una forma de verdad.
Una impresión cierta, tal vez dudosa,
de todo lo que nos rodea.
La memoria que nos queda
es también eso: un hecho lejano
al que se añaden otros hechos más ajenos
y extraños.
Frases confusas serán, con el tiempo,
nuevos axiomas.
La temperatura variará de un calor tibio
a un clima frío, quizás gélido.
La anécdota menos conocida de algún autor
será explicada como una experiencia propia.
(La vivencia actual es sólo un ensayo
de una narración futura –y ya sabemos
lo que tal cosa significa)
Ese es el presente que dejamos,
el de una suma de ficciones.
Debemos ser conscientes de que esa impostura,
en ocasiones, también nos salva.
(de Un lugar para nadie, inédito)
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IVÁN HUMANES BESPÍN (Barcelona, 1976). Llicenciat en Dret per la Universitat de Barcelona. El 2005 va publicar el llibre de relats La memoria del laberinto (Biblioteca CyH). El 2006 l’assaig Malditos. La biblioteca olvidada. (Grafein). El 2007 l’obra 101 coños, que uneix hiperbreus i il·lustracions (Grafein) i el 2010 la novel·la negra La emboscada (InÉditor). Ha estat coeditor de la revista literària Dado Roto i ha participat en obres col·lectives como El libro del voyeur (Ediciones del Viento), A contratiempo (Nemira) o La luz escondida (Libros del Innombrable). Col·labora a diferents revistes literàries: Sibila, Literaturas.com, Revista de Letras, El perro blanco, Crítica, etc. Primer premi de relats al Fungible, Ciudad de Jerez i Diomedea, entre d’altres. El seu lloc web és: www.ivanhumanes.com
UNIDA
Aún bendecimos los alimentos. Porque hay alimentos para hacerlo. En el sótano. Comemos en el sótano. Aún bendecimos con las manos retorcidas y la cabeza gacha. Madre y padre con la cabeza abajo. Hermana con la máscara que da contra la mesa. Como durmiendo en la mesa. Durmiendo con el filtro de la máscara apoyado en la mesa. Todos bendecimos en silencio. Las máscaras antigás puestas. Los cuatro sentados en la mesa. Bendiciendo. Con las máscaras apropiadas. Luego, comer es una tarea de chinos. Es cuestión de meter rápido los dedos entre la máscara y pasar la comida a la boca. Sin respirar. Sería mejor meter los trozos directamente en el estómago. Pero habría que cortar. Habría que cortar piel. Cortar estómago. Y no. Cuando bendecimos los alimentos pensamos en los otros. Porque aquí dentro todo es paz y silencio. Pero afuera no hay paz. Ni silencio. Digamos que no hay nada. O si hay algo ese algo estará muerto. O condenado. Es lo que suele decir madre. Que si hay algo afuera debe ya estar muerto. Seco. Crispado. Solo huesos. Carne que da poco. Eso es lo que dice. Nidos abandonados. O eso es lo que decía. Ahora madre ya no dice. Tampoco padre. Tampoco hermana. Porque hermana está dormida. Porque padre y madre están secos en este sótano. Amén. Serán polvo. Aunque yo procuro que sigan con la máscara. Con la máscara antigás por eso de los gérmenes y las partículas de muerte. Porque muerte sobre muerte no. Muerte sobre muerte sería demasiado. Te agradecemos esta alegría de la mesa. Señor. Madre enseñó a cocinar con mínimo calor y especias. A hermana no le gustan las especias. Pero ahora que hermana está dormida uno puede confesar que en la comida que ahora entra por la boca hay especias. Numerosas especias. Si no sería complicado comerse la carne. Mucho más si la carne es de padre o madre. Porque la carne es de padre o madre. Ya aleccionó madre que si alguna vez faltaba comida ahí estaba la carne de ella. La de él. Así que por eso es que la carne tiene especias. Para que no sepa a madre. Para que no tenga sabor de padre. Te damos gracias por todos los alimentos. Señor. Aunque hermana está dormida y debe soñar de lo lindo. Por la comida no debe preocuparse. Por eso no debe preocuparse. Debe preocuparse por no subir las escaleras del sótano y abrir la puerta de la calle. Porque ahí sí que todos están secos. Al menos la carne aquí no está seca. No hay que pensar en los microbios. Si uno piensa un poco los microbios pueden estar en la carne. Pero no. Los microbios nunca estarán en la carne de los padres. No en la carne bendecida. Es mejor pensarlo así. Es evidente. Afuera el calor y el fuego y la ceniza. Y aquí la tranquilidad de una buena comida caliente y la bendición. Con la bendición puedes llegar donde sea. Puedes vivir como quieras. Hermana ya está al corriente que es complicado mantener aquí abajo la risa. No se ríe aquí abajo. Reír con las máscaras es como no reír. Reír en metálico. Hay que ser serio. Tomar decisiones. Si uno tiene que tomar decisiones lo hace y se calla. Si hay que decidir que o los padres o nosotros debemos salvarnos, se decide. Pese a que padres no sepan nada. Algo se temen siempre los padres. A la vez la cólera de los padres es muy temida por los hijos. Por eso es que yo decidí junto a hermana que padres debían servirnos para hacernos fuertes. Rápido. Sin que pudieran enterarse y aplicando la cólera. Ya decía madre que uno tiene que crecer si quiere ser un hombre. Así que nuestros padres nos dan la fuerza que necesitamos. Que cada día necesitamos. Gracias a los padres. Señor. En verdad no tenemos que movernos del sótano. Está prohibido subir las escaleras del sótano. Por lo del fuego y el aire y los gérmenes. Necesitamos órdenes. Las órdenes estaban puestas. Pero las órdenes mueren. El olvido está ahí. Es natural. De la misma forma que son ceniza los dictadores de órdenes. Se olvidan. Caen. Aunque a padre y madre sea complicado olvidarlos. Hermana sigue dormida. Constantemente pura. Te damos las gracias por todos tus beneficios. Señor. Más pura que los ángeles. Yo he subido las escaleras del sótano. La liebre asomó la cabeza. Subir las escaleras a paso normal. Es terrible confesar un pecado. El pecado envía la hoguera. Pero yo he subido las escaleras del sótano. Jamás puede decirse de esta agua no beberé. Así que yo he salido del sótano. Aunque no es momento de contar lo del fuego y el ácido. Pero he salido del sótano. He mirado calle. La he visto por la ventana del salón. Las narices colgando. Pero no es momento. He salido del sótano para confirmar que el demonio está fuera. Como bien decía madre: todos unidos siempre. Es la obligación que tenemos. No tenemos otra. Comer y estar unidos para siempre. Más arriba el mundo cae (...).
Fragment del llibre Los caníbales (Ed. Los Libros del Innombrable, 2011)
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