Tras Paraísos perdidos y la infancia en 50 películas, en la que Jordi Picatoste Verdejo (Barcelona, 1980) dirigía la mirada a ese macrogénero que gira en torno al cine de la niñez, el periodista y escritor pone ahora el foco de atención en el ‘enfant terrible’ de Hollywood: Quentin Tarantino. En El efecto Tarantino: Su cine y la cultura pop (Redbook ediciones) desgrana las claves para entender el peculiar universo de un cineasta único que se vanagloria de no haber acudido a ninguna escuela de cine; su formación ha sido autodidacta, a base de pasar horas y horas mirando en su juventud todo tipo de filmes gracias a su trabajo en el legendario videoclub Video Archives de Manhattan Beach, en California.
A Picatoste no le interesaba escribir otra biografía más sobre el director de Pulp Fiction sino adentrase en un viaje por ese conglomerado de influencias con las que ha alimentado su filmografía, analizar su indudable importancia en la cultura popular actual y dejar constancia de la nada desdeñable huella que ha despertado en otros cineastas desde que sorprendió a la industria con su deslumbrante y violenta ópera prima Reservoir dogs (1992).
El libro, confeccionado en prácticamente seis meses, se divide en varios capítulos en los que el texto convive con fotografías a todo color que ilustran un ejemplar ampliamente documentado y de lectura ágil y amena, ideal tanto para el que se acerca por primera vez al cine del de Knoxville como para el fan más acérrimo. En ''Las películas de Tarantino'' nos encontramos con la ficha técnica, la sinopsis y una descripción detallada con anécdotas, curiosidades e información variada acerca de sus diez obras como director hasta la fecha: Reservoir dogs, Pulp Fiction, Jackie Brown, Kill Bill, Volumen 1, Kill Bill Volumen 2, Death Proof, Malditos bastardos, Django desencadenado, Los odiosos ocho y Once upon a time in Hollywood, que se estrena en España el próximo agosto.
“La primera película que vi de Tarantino en el cine era Pulp fiction. Yo era un adolescente y me gustó, pero la primera que realmente me fascina de él es Jackie Brown, que es justamente la menos tarantinesca, la que tiene menos espectáculo de violencia. Es más madura, más reposada y con otros intereses, nada que ver con lo que ofrecía sus dos películas anteriores”, confiesa Picatoste en conversación con La Vanguardia. El escritor asegura haber disfrutado de nuevo revisitando la filmografía de este hombre de estilo y personalidad arrolladora, especialmente con Django desencadenado, que presentará el próximo 17 de abril en la Filmoteca de Catalunya.
En Los clásicos de Tarantino, Picatoste bucea por las obras que han marcado claramente la filmografía de este realizador y guionista estadounidense que ha absorbido todo tipo de influencias para crear un universo perfectamente reconocible. Desde el Django (1966) de Sergio Corbucci con Franco Nero como protagonista de uno de los mejores ejemplos de spaghetti western, a Aquel maldito tren blindado (Enzo G. Castellari, 1978) tan patente en Malditos bastardos, pasando por Coffy (Jack Hill, 1973), uno de los títulos más representativos del blaxploitation con una Pam Grier convertida en vengativa enfermera de los desalmados que han hecho de su hermana una drogadicta, o Lady Snowblood (Toshiya Fujita, 1973), referencia clara de Kill Bill y su secuela.
El Tarantino como recuperador de actores olvidados tiene una amplia presencia en el apartado ''Regreso por la puerta grande'', por donde desfilan actores como David Carradine, que tras su mítico Kwai Chang Caine de la serie Kung Fu volvió brevemente a la primera línea -nominación al Globo de Oro incluido- con el malvado Bill de Kill Bill: Volumen 2. Pam Grier como protagonista de Jackie Brown, papel que Tarantino escribió pensando en ella o Jennifer Jason Leigh pasándolas canutas como forajida prisionera de Kurt Russell en Los odiosos ocho, personaje por el que logró su única nominación al Oscar, son otros casos de intérpretes a los que el director les brindó una nueva oportunidad. El ejemplo más paradigmático, sin embargo, lo encabeza John Travolta. El icónico actor de Fiebre del sábado noche o Grease, veía cómo su carrera caía en picado hasta que Quentin -gran admirador suyo- le puso en bandeja el personaje de Vincent Vega en Pulp fiction. El resto es historia.
Picatoste también menciona con emoción a Robert Forster, actor conocido principalmente por series de televisión de los setenta que regresó por la puerta grande como el agente de fianzas Max Cherry en Jackie Brown. “Robert no era un actor muy conocido por el público, pero gracias a Tarantino su carrera repuntó”, sostiene. Luego ha intervenido como secundario en filmes como Objetivo: La Casa Blanca, Survivor, la serie de TV Twin Peaks: El regreso o más recientemente en el western Damsel, de los hermanos Zellner.
Y una de las actrices que tiene mucho que agradecer a Tarantino es Uma Thurman que, si bien ya era conocida al inicio de su carrera por películas como Las amistades peligrosas o La chica del gángster, sus dos personajes más famosos han sido, sin duda alguna, la Mia Wallace de Pulp fiction y la Beatrix Kiddo/ La Novia de la saga Kill Bill.
Entre los actores que han ofrecido cameos significativos, el libro repasa los de Don Johnson, Edward Bunker, Franco Nero, Rod Taylor o Christopher Walken. La familia Tarantino recopila tanto a aquellos intérpretes que han sido descubiertos por el realizador, como la neozelandesa Zoë Bell, como aquellos que tienen unos vínculos muy fuertes con sus películas; es el caso de Bruce Dern, Samuel L. Jackson, Harvey Keitel, Tim Roth, la mencionada Thurman o Christoph Waltz, que ha logrado sus dos premios Oscar como actor de reparto por Malditos bastardos y Django desencadenado.
Picatoste considera que Tarantino “está bien considerado en general por la crítica, aunque hay voces que le critican que no sea un autor ni haga nada nuevo. Es un cineasta que tiene su propia marca, incluso su propia voz en el diccionario de Oxford, tarantinesco, lo que indica que tiene una importancia individual más que suficiente. Otra cosa es que haga homenajes, pero es que todos los cineastas tienen referentes”.
¿Y qué es lo que ha aportado al séptimo arte un cineasta de su calibre? “Ha cogido referentes que no estaban bien vistos, los ha recuperado, los ha puesto al día y ha logrado conectar con el gran público. Además, ha sabido cambiar el relato en subgéneros como el spaguetti western o el blaxploitation y ha dignificado películas que estaban mal consideradas”, argumenta.
El escritor también ha querido rendir tributo a las canciones de Tarantino, “esas que originalmente pertenecen a otras películas y que tras sonar de nuevo en las suyas han tenido una segunda vida”. Por este apartado circulan ''Across 110th Street'', de Bobby Womack; ''Bang Bang'' (My baby shot me down), de Nancy Sinatra, que se puede oír justo después del disparo de Bill a Beatrix en el ensayo de la boda; ''Django'', de Rocky Roberts, que se escucha en los títulos de crédito iniciales de Django desencadenado; ''Girl, you’ll be a woman soon'', de Urge Overkill, uno de los temas de Pulp fiction; ''Hooked on a feeling'', de Blue Swede, canción que forma parte de Reservoir dogs o ''You never can tell'', de Chuck Berry, twist que Vincent y Mia bailan en el concurso de Jack Rabbit Slim.
Asimismo, el libro ofrece una muestra de los títulos que beben de la influencia del director en la huella de Tarantino. Desde el thriller Amor a quemarropa, primer guion de Tarantino que vio la luz en manos de otro director, Tony Scott, hasta Malos tiempos en el Royale, de Drew Goddard. Eso sí, sin olvidarse de su impronta en series como la aclamada Breaking Bad o la española Magical Girl, de Carlos Vermut.
El periodista y escritor está expectante por ver la última creación del protagonista de su estudio, Once upon a time in Hollywood, que aquí se ha traducido por Érase una vez en Hollywood, centrada en el panorama cambiante de la meca del cine a finales de los años 60. Dice que le ha sorprendido el tráiler y su tono de comedia, más si cabe si utiliza un elemento trágico como la muerte de Sharon Tate a manos de la familia Manson. Por eso, no sería de extrañar que ese primer avance nos acabe engañando y luego los derroteros vayan por otro lado. “Tengo el enigma de saber si habrá retratado la masacre y cómo lo habrá hecho, aunque estoy seguro que no será un baño de sangre a lo Django, sino que lo habrá hecho con sumo respeto”, opina.
Astrid Messeguer
La Vanguardia