‘Lengua de lobo’, décimo título de Rodolfo Häsler, es un libro de recapitulación, de balance de una vida, extraño, ambicioso, poliédrico
“Pensamiento, lenguaje y escritura manchados por los colores se aprietan en un nudo irresoluble”. Así se expresaba, a comienzos del siglo XXI, Rodolfo Häsler (Santiago de Cuba, 1958, residente en Barcelona desde los 10 años) en la antología de poetas catalanes en castellano Por vivir aquí (Bartleby, 2003). Se situaba, así, entre los autores que, entre las opciones que se abrieron paso a partir de los años ochenta, década en la que se datan sus primeros libros, orientaron su obra hacia la búsqueda y la indagación en el lenguaje y sus límites, en su mestizaje con otras artes, sobre todo con la pintura.
Lengua de lobo es su décimo libro de poemas y en él concentra no sólo los ingredientes que apuntaban en aquella poética, sino una decidida vocación cosmopolita. Un verso dúctil y musical, preciso, casi coloquial a veces pero no privado de rasgos metafóricos da forma a unos poemas equilibrados, en algunos casos largos e inquietantes, en los que misterio y realidad, memoria y emoción se concentran avivando la experiencia del viaje y fundiendo escenarios del presente con las luces y las sombras del pasado. Arquitecturas, paisajes, pinturas, calles, hoteles decantan un universo sin fronteras aunque con nombres propios, un palimpsesto de cultura y sensibilidad hecho de experiencias y procesado por una mirada crítica y emocionada a la vez.
Es un libro de recapitulación, de balance de una vida edificada en relación con la experiencia artística y viajera. El padre, pintor reconocido (el suizo Rudolf Häsler), la infancia deslumbrada por el color y la forma y por cuanto rodea a las artes plásticas, estancias en lugares en los que se vive al límite (“la mirada se dirige a los desahuciados, / pero no olvides que Gaza / es un chasquido de ceniza”) o marcados por la huella imborrable de artistas universalmente reconocidos (el Café Odeon de Zweig, en Zúrich, el Walter de Umberto Saba, en Trieste) o convertidos en símbolos de una Europa amenazada por el fantasma de la guerra en el fin de siglo como Sarajevo (“mientras todos fuman la colilla / de la traición, / la lámpara azul de Bosnia / es una gota de sangre / pegajosa”). La poesía como viaje interior y como lámpara de verdades colectivas. Lengua de lobo es un libro extraño, ambicioso, poliédrico.