La sexta edición del ciclo de charlas sobre traducción titulado “Los tejemanejes del Trujamán/Les manyes del Torsimany” se celebra en tres sesiones. La primera tuvo lugar el pasado 3 de noviembre, en la que Alex Gibert explicó la dificultad de las traducciones a cuatro manos y la complejidad de traducir la obra de Henri Michaux, la segunda se celebra el 17 de noviembre, en la que Olivia de Miguel, Premio Nacional de Traducción, hablará cómo enfrentó la traducción de los diarios de Virginia Woolf; y la tercera y última tendrá lugar el 2 de diciembre en la que Victoria Alonso, Premio Ángel Crespo de Traducción, comentará su traducción de “Mar abierto” de Benjamin Myers.
El traductor ha sido por mucho tiempo en nuestro país el gran olvidado del libro. Durante muchos años ha tenido que reivindicar su papel, cuando es muy obvio que sin él las obras de los autores extranjeros no nos podrían haber llegado. Estos últimos años los nombres de los traductores ya suelen aparecer en las portadas, aunque todavía podemos encontrar editoriales que no les dan ese lugar, y en ese reconocimiento han influido varios factores: uno de ellos es el mayor conocimiento de su trabajo y otro los foros donde se reflexiona y se debate para lograr mejores traducciones. En este último sentido, el Ciclo de Charlas sobre Traducción organizado por la ACEC y patrocinado por el ILLEC, que con esta alcanza su sexta edición, nació como encuentro e intercambio de experiencias pero con voluntad de llegar también al gran público.
La librería Byron, de Barcelona, acoge esta edición, que también puede seguirse por el canal de youtube de la ACEC. El coordinador es el profesor y traductor Gabriel Hormaechea, a quien nos hemos dirigido para preguntarle por el encuentro de hoy, que correrá a cargo de Olivia de Miguel, Premio Nacional de Traducción, quien hablará de “Virginia Woolf en sus diarios: la cotidianidad de un genio”. “Olivia de Miguel ha publicado ya su traducción de los cuatro primeros volúmenes de esos diarios y está en pleno trabajo para completar la traducción del quinto, hasta las 3.000 páginas. La charla puede ser interesantísima pues esos diarios son de una importancia capital para entender a Virginia Woolf y la Inglaterra de entreguerras. Respecto a la traducción, el hecho de que se trate de un texto escrito a lo largo de 26 años trae consigo una evolución del estilo, del vocabulario que hace imposible que el traductor “pille el tono”. Cada día puede tener un tono distinto que mantiene al traductor en continua alerta. Y en general una tendencia a pasar de modernismo al vanguardismo y a la corriente de conciencia que puede dar, a veces, ausencia de puntuación, de mayúsculas… Eso aparte de un mundo de referencias complicadísimo de entre los años 1915 al 1945.”
No obstante, la de esta tarde no será la primera sesión del ciclo. La primera charla tuvo lugar el pasado 3 de noviembre con el título de “Una vía para la insubordinación. Henri Michaux ALALIMÓN”, en la que Alex Gibert explicó su experiencia de traducir “a cuatro manos” y la complejidad de abordar el texto del autor francés Henri Michaux. Gabriel Hormaechea nos cuenta que ”Gibert realizó una interesante descripción del complicado y muy personal estilo de Michaux, con una prosa poética que fuerza la sintaxis de diversas maneras, en el desarrollo de su subjetividad analítica. Y a partir de ahí, explicó los entendimientos y desencuentros entre él y Jordi Tarré, con quien tradujo el texto a cuatro manos. Por ejemplo: ¿Hasta qué punto reproducir la sintaxis forzada cuando en castellano resultaba de difícil comprensión?” Algo que Alex Gibert destacó en su charla es que “como un buen traductor, es un hombre que duda mucho, pues la duda es condición indispensable para una buena traducción”, el problema como él decía es si la duda no te deja avanzar.
En Literatura es bastante habitual encontrarnos obras escritas a cuatro manos o incluso más, ahí está el último Premio Planeta, cuya obra ganadora está escrita por tres hombres; pero de traductores que trabajen en equipo no conocemos tantos casos y Gibert comentó su experiencia y las diferencias de opinión que surgieron al abordar la traducción del texto de Michaux que “se convirtieron a veces en ataques” por querer cada uno imponer su manera de hacer. Y, como contó Gibert, además de tener que ponerse de acuerdo ellos dos, también la editora decía lo suyo: “que se entienda bien y suene bien”. Hormaechea destaca también que “resultó interesante, entre otras cosas, porque no se suele hablar de la traducción a cuatro manos, a pesar de que es más frecuente de lo que en general pensamos. Pongamos dos ejemplos cualesquiera de recientes traducciones: “Cartas filosóficas de Hölderling” ha aparecido (2020) traducido por Helena Cortés y Arturo Leyte, y “El idioma de la noche”, de Úrsula K. Le Guin se ha publicado (2020) en traducción de Irene Vidal y Ana Quijada».
La tercera y última charla del Ciclo es la titulada “Mar abierto: traducir entre bogavantes y langostas, trochas y veredas” que tendrá lugar el 2 de diciembre y en la que Victoria Alonso, Premio Ángel Crespo de Traducción, hablará de su traducción de “Mar abierto” de Benjamin Myers. Gabriel Hormaechea cuenta que “el texto, lleno de lirismo y de detalladas descripciones del paisaje, epifanías místicas y poesía experimental, resulta un laberinto para el traductor. Sin hablar de los registros. Por ejemplo, el diálogo entre un joven minero que habla con una anciana campesina presenta un contraste de registros cuyas posibilidades de traducción serán interesantes de comentar en el intercambio de opiniones con el público”.
Los diferentes tipos de dificultades de la traducción literaria, géneros, registros, tonos, estilos, sintaxis, ritmos, rimas, juegos, aliteraciones, contrastes, etc. etc. son tantos que la variedad de comentarios y análisis está garantizada en un ciclo de conferencias sobre el tema, eso sin tener en cuenta el análisis de autores y sus estilos… Y como finaliza Hormaechea “además es manifiesto el interés del intercambio de opiniones y soluciones con la participación del público que siempre resulta muy enriquecedor”.