El contexto
Reconocida como una de las pensadoras más influyentes y polémicas del siglo XX, Hannah Arendt se ha convertido casi medio siglo después de su muerte en una de las más firmes defensoras de la libertad y dignidad de ser humano más allá de los sentimientos tribales que han venido acompañando a los totalitarismos y nacionalismos de todo signo.
Orgullosa de su ascendencia judía, fue privada de la nacionalidad alemana en 1937 por su destacado activismo contra el régimen y su denuncia a los intelectuales que se habían asimilado al nazismo. Asimismo organizó una red para facilitar el tránsito de judíos alemanes hacia el exilio, que ella misma hubo de emprender. Primero a Francia y, durante la guerra, a Estados Unidos. “Alemania es para mí la lengua, el pensamiento y la poesía, y eso seguirá conmigo en cualquier parte”, señaló en una de sus conocidas sentencias.
Aunque simpatizó con movimientos socialistas y comunistas, sus críticas al totalitarismo soviético y sus estudios sobre los totalitarismos y el imperialismo ejercido por ambos bloques en el siglo XX la convirtieron en adalid del existencialismo y el humanismo. Y su crítica a Israel por sus políticas con los palestinos desataron fuertes debates en el seno de un sionismo laico que siempre dijo representar.
En Estados Unidos, su voluntaria patria de adopción tras obtener la nacionalidad en 1951, tras 14 años como apátrida, fue especialmente crítica con la caza de brujas del senador Joseph McCarthy, con la falta de libertades civiles de la minoría negra o con la intervención militar en Vietnam.
Aunque la mayor polémica que desató Arendt fue la publicación de sus crónicas como enviada especial de la revista The New Yorker al juicio que el Estado de Israel sometió al nazi Adolf Eichmann en 1961. Un trabajo que completó con la publicación del libro Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal.
La denuncia de un proceso que empezó con una clara violación de las jurisdicciones penales, ya que Eichmann fue secuestrado en Argentina por agentes del Mosad, y la consideración de la banalidad con la que el responsable de los transportes de deportados a diversos campos de concentración para la "solución final" cumplió su misión le valieron enormes críticas.
Esta banalidad del mal ejercido por meros funcionarios acríticos sería la explicación para Arendt del triunfo de los totalitarismos y del poder ejercido más allá de cualquier mandato democrático y sin un control efectivo, y llegaría a explicar también la pasividad de las víctimas del Holocausto.
Su visión distante y crítica de los nacionalismos y del ejercicio mesiánico del poder, pero también su lucha efectiva más allá del enfrentamiento directo, mediante una estrategia crítica y realista como la que planteó la sociedad danesa a la invasión nazi, quedan reflejadas en este discurso que pronunció en la Universidad de Copenhague en 1975, meses antes de su muerte, al recibir el premio Sonning a la Cultura Europea. Ofrecemos un extracto.
El discurso
“Desde el primer momento en que me llegó la noticia, sorprendente, de vuestra decisión de elegirme como receptora del premio Sonning en reconocimiento a mi contribución a la civilización europea, he estado tratando de pensar qué podría decir en respuesta a ello.
”No es poca cosa que le reconozcan haber contribuido a la civilización europea a alguien que dejó Europa hace 35 años de manera nada voluntaria y que luego se convirtió en ciudadana de Estados Unidos, de manera conscientemente voluntaria, pues era ciertamente un país gobernado por la ley y no por los hombres.
”Lo que yo aprendí en esos años cruciales que median entre la inmigración y la naturalización fue algo equivalente a un curso autodidáctico sobre la filosofía política de los Padres Fundadores, y lo que me convenció fue la existencia real de un cuerpo político, claramente diferente de las naciones estado europeas con sus poblaciones homogéneas, su sentido orgánico de la historia, su división en clases y su soberanía nacional unida a la razón de estado.
”La idea de que cuando las cosas vienen mal dadas la diversidad debía sacrificarse por la unión sagrada de la nación solo ahora ha empezado a derrumbarse. Y ha sido bajo la presión de la amenazadora transformación de todos los gobiernos –sin excluir el de Estados Unidos– en burocracias. Y precisamente esa libertad de convertirse en ciudadano sin tener que pagar el precio de la asimilación fue lo que me atrajo cuando llegué a Estados Unidos.
”Como saben soy un espécimen judío feminini generis, según salta a la vista, nacida y educada en Alemania, como sin duda pueden apreciar al oírme, y formada en cierta medida por ocho largos y más bien felices años pasados en Francia.
”No sé en qué he contribuido a la civilización europea, pero he de admitir que durante todos estos años me he aferrado a esas raíces europeas en todos sus aspectos con una tenacidad rayana a veces en cierta forma ligeramente polémica de terquedad, dado que vivía rodeada de personas que se esforzaban enormemente por hacer exactamente lo contrario: echar el resto para comportarse, hablar y sentir como auténticos estadounidenses. Y para ello seguían casi siempre la fuerza de la costumbre de vivir en una nación estado en la que habías de ser como un nativo si querías pertenecer a ella.
”Mi problema era que yo nunca había querido pertenecer siquiera a Alemania y, por tanto, se me hacía difícil entender el enorme papel que la nostalgia de la patria desempeña, de manera bien natural, entre todos los inmigrantes. Especialmente en Estados Unidos, donde el origen nacional, tras perder toda ascendencia política, se convirtió en el más fuerte vínculo de la vida social y privada.
”Siempre me ha fascinado la peculiar manera como el pueblo danés y su gobierno abordaron y resolvieron los problemas tremendamente explosivos planteados por la conquista nazi de Europa. A veces pienso que esa extraordinaria historia, de la que ustedes, por supuesto, saben más que yo, debería ser de lectura obligatoria en todos los cursos de ciencias políticas que traten de las relaciones entre el poder y la violencia, cuya frecuente equiparación es una de las falacias más frecuentes, no solo de la teoría, sino también de la práctica política real.
”Ese episodio de su historia brinda un ejemplo altamente instructivo del gran poder potencial que encierra la acción no violenta y la resistencia ante un adversario que esté en posesión de medios de fuerza enormemente superiores.
”Y dado que la victoria más espectacular en dicha batalla corresponde a la derrota de la solución final y a la salvación de casi todos los judíos que se hallaban en territorio danés, con independencia de su origen, ya fueran ciudadanos daneses o refugiados apátridas huidos de Alemania, parece lo más natural que los judíos supervivientes de la catástrofe se sientan unidos a este país de manera muy especial.”