Dijous, 21 de novembre de 2024



Castellano  


Si aún siguieran en activo...
acec16/1/2022



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El pasado 5 de enero encontré en Twitter algunas notas conmemorativas del 80.º aniversario del nacimiento de Terenci Moix. Pensé celebrarlo releyéndole y busqué algunos de los libros que conservo del escritor barcelonés, a quien traté a menudo. Para mi sorpresa, en varios de ellos (El sadismo de nuestra infancia, La increada consciencia de la raça , Crónicas italianas... ) figuraba como su fecha de nacimiento el 5 de enero de 1943. Se habrían cumplido pues ahora 79, y no 80 años, de su llegada al mundo. Mientras que en otras de sus obras y en trabajos posteriores a su muerte, como la biografía de Juan Bonilla o la exposición que se le dedicó en el CSIC, sí se mencionaba en cambio la víspera de Reyes de 1942.


¿Por qué este baile de fechas, atribuible al propio Terenci, que sin ninguna duda revisaba atentamente las solapas de sus obras? ¿Nació en 1942 o en 1943?


El escritor Pedro Villora, colaborador en algunas de sus publicaciones, confirma que nació en 1942 y atribuye esta confusión a sus inicios: “Le parecía que publicar un primer libro con 25 años era propio de un joven, y con 26 ya no. Los años 60 tenían mitificada la juventud”. La coquetería de Moix en su espectacular entrada en el mundo literario, quitándose un año “para ser joven”, habría alimentado el baile de fechas que en algún momento decidió corregir.


Si damos por buena la fecha de 1942, Terenci falleció con 61 años, en abril del 2003. Una fecha prematura para los criterios actuales, en que la esperanza media de vida en España es de 80 años para los hombres, según el INE (para las mujeres es de 83). Padecía un enfisema que cultivó fumando hasta el final (en mi última visita a su casa prácticamente me obligó a bajar por tabaco). Fue un escritor de enorme prestigio en su primera etapa en catalán; de mucho éxito pero debatida fortuna crítica en su segunda etapa de novelas egipcias y farsas en castellano; y volvió a a reconciliar ventas y reconocimiento con los tres tomos de memorias que publicó en la última etapa de su vida.


Un compañero de generación y de barrio –ambos, hijos del Raval–, también conocidísimo, fue Manuel Vázquez Montalbán. Su obra, con más de 120 títulos, ejerció una gran influencia en el campo de los mass media y la política; fue pionero en el relanzamiento de la novela negra española con la serie de Pepe Carvalho; cultivó la narrativa de ficción y no ficción, la poesía, el ensayo literario, la crónica... Murió de un infarto en el aeropuerto de Bangkok en octubre del 2003, con solo 64 años.


Vázquez Montalbán se refirió una vez a dos autores de la generación anterior, a los que admiraba, como los “jóvenes príncipes que llegaban desde el país de la cultura y las experiencias envidiables para leernos sus poemas en sórdidas aulas de una universidad sórdida”.


Uno era Jaime Gil de Biedma, para muchos el poeta español más influyente del último medio siglo. Falleció de sida en enero de 1990, a los 61 años, cuando había dado por concluida su obra lírica. 


Barral y Gil de Biedma fallecieron con un mes de diferencia; Moix y Vázquez Montalbán, a menos de seis meses en el 2003

El otro, Carlos Barral, el gran revolucionario de la edición al frente de Seix Barral, también poeta, memorialista de referencia y senador, nos había dejado un mes antes que su gran amigo Jaime, igualmente con 61 años.


Hay otros muchos escritores que han fallecido jóvenes o antes de tiempo –Gabriel Ferrater, compañero de Barral y Gil de Biedma, por su propia mano va a hacer medio siglo– pero me llama la atención que estas cuatro figuras tan relevantes en la cultura y la vida barcelonesa lo hicieran antes de cumplir los 65. Y como acompañándose: dos de ellos en torno a la Navidad de 1989, los otros dos a menos de seis meses en el 2003. Todos tenían obra muy consolidada a sus espaldas. 


Cabe preguntarse, y yo lo he hecho a menudo: de haber seguido en activo, ¿cómo evolucionaría esa obra?¿Qué habrían elaborado de seguir en activo? ¿La hubieran enriquecido sustancialmente?

Salvador Pániker (1927-2017), coetáneo y compañero de Barral en distintas iniciativas culturales, vivió casi tres décadas más que él. Tres décadas, con lo que dan de sí . Ya conocido como entrevistador, editor y filósofo, con una sólida producción a sus espaldas, empezó nada menos que con 73 años a publicar sus diarios (constan de cinco tomos), para mí lo mejor que escribió. Tal vez -tal vez-, de continuar entre nosotros, lo que Sarah Lawrence-Lightfoot ha llamado “el tercer capítulo” de la existencia podía haber sido tan fructífero para Barral, Gil de Biedma, Moix y Vázquez Montalbán como lo fue para Pániker. Eso que perdimos.




   
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