El escritor Víctor del Árbol regresa al género policial con «Nadie en esta tierra» (Destino). Pero no espere el lector una novela convencional en la que todos son muy buenos o malos. El autor interpela directamente al lector sobre los límites entre lo que es y no es ético.
Me gustaría empezar esta entrevista preguntándole por el protagonista de su novela, el inspector Julián Leal. ¿Qué tiene él de usted?
Creo que lo que hay de mí es la vinculación con el pasado, ese ir buscando en las raíces para saber quién eres, algo que llevo haciendo toda mi vida. También cierto sentido con la justicia que no se coliga con la realidad, así como el sentido de lealtad con los amigos. Me gustaría tener ese punto de heroísmo que me falta. Compartimos los dos el amor por Bruce Springsteen y Kubrick.
¿Ha intentado darle una vuelta al género policial en «Nadie en esta tierra»?
Quería escribir una novela policíaca, pero desde mi punto de vista, lo que entiendo que es, que ya no se trata del estereotipo que encontramos en Arthur Conan Doyle, con un detective de gran elegancia y observación maravillosa. Tampoco el género es esa denuncia y radiografía social de los autores americanos. La novela policial ha evolucionado a la par que lo ha hecho la sociedad. Ya no basta con resolver un crimen y hacer una denuncia social, hay que ahondar en el individuo, en la complejidad y las contradicciones de la sociedad. Es un género extraordinario y maravilloso. Por eso lo que he decidido es dar mi visión de lo que entiendo por novela policíaca.
¿No ha querido, entonces, ser convencional?
Sí que es canónica porque la investigación es importante, pero también deseé profundizar en las raíces de la ley, la delincuencia, en la naturaleza del poder. Honestamente, creo que Julián es lo más alejado del arquetipo policial. No es Dupin, pero tampoco un personaje amargado alcohólico de Hammett. Es muy español, muy real.
¿Cuál es el precio a pagar por ser un héroe, algo que es uno de los temas de su novela?
A veces el fracaso es el precio a pagar. La humillación, la soledad, la incomprensión. Julián es un héroe trágico. Un héroe sin ética. Simplemente hace lo correcto. Para mí es un héroe de verdad. La heroicidad no tiene nada que ver con el triunfo. El héroe es el Héctor de «La Iliada», el que se enfrenta a lo imposible sabiendo que va a perder. No tiene nada que ver con el conocimiento. Es el que asume las consecuencias de sus actos, sean los que sean. La gente confunde el heroísmo con la visibilidad.
¿Es una novela sobre las emociones contra los debates éticos?
Es una novela contra el relativismo moral. Todos nosotros tenemos un sentido innato que por un motivo u otro podemos traicionar. Julián Leal, con la voz del sicario, no se plantea cuestiones éticas. La diferencia entre él y el sicario es el punto de vista. El sicario es un cínico y Julián piensa que lo que hace vale la pena. Su propósito es salvar a un niño, pero también preservar algo de luz entre tanta oscuridad. Es el viaje del héroe a esa oscuridad. Al final resulta que las categorías morales se confunden con la realidad de los hechos. Hay personas que hacen el bien y creen que vale la pena hacer lo correcto. Tengo la sensación de que hemos confundido el sentido de la ley con el de la justicia. Pensamos que lo correcto es cumplir la ley, pero la ley es un eufemismo del sentido de justicia que tenemos innato. Me parece paradójico que quien ha entregado su vida al sentido de la ley vea que la ley no lo es todo, que lo importante es hacer lo correcto. La idea de la justicia resulta innata al ser humano. La ley no, es una imposición. Esa contradicción entre ley y justicia es a lo que se debe enfrentar un policía cada día. Cuando ya no tiene nada que perder, Julián encuentra su propósito, que radica en hacer algo bueno, aunque el sistema lo destruya.
¿Es antisistema?
¿Se puede ser un antisistema desde dentro del sistema? ¿Se puede vivir en una sociedad aceptando sus reglas aunque la justicia sea palmaria? ¿Por qué hemos normalizado cosas que no son normales como la mentira o la corrupción? ¿Rebelarse contra eso es ser antisistema o aspirar a una forma de justicia? Este tiempo nuestro lo que necesita es contar con héroes de verdad, no de papel couché.