El debate de si es necesario o adecuado revisar los textos clásicos para adaptarlos a los lectores de hoy vuelve a la primera plana de la actualidad tras la decisión de la filial británica de Penguin Random House, Pufffin UK, de publicar una versión editada de las novelas infantiles de Roald Dahl para eliminar el lenguaje ofensivo, decisión que ahora, tras las críticas recibidas, rectifica a medias anunciando que lanzará para final de año las novelas de Dahl con el texto original.
No sabemos qué pensaría el autor de Charlie y la fábrica de chocolate o Brujas sobre estas modificaciones en su obra sobre el lenguaje, donde se eliminan palabras como “gordo” o “feo”, o cualquier referencia al aspecto físico, de violencia, de raza o de salud mental; que su editorial ha realizado con la intención de que sus textos lleguen a todo tipo de lectores. El escritor inglés, fallecido en 1990, fue un personaje controvertido, sobre todo por sus declaraciones antisemitas; su familia en 2020 pidió disculpas por ellas; pero muchas voces han considerado que es cruzar una línea roja editar sus textos. Algunas de ellas han sido las de organizaciones como la de escritores PEN América o novelistas consagrados como Salman Rushdie.
También desde el ejecutivo inglés se han posicionado en contra de alterar las obras de literatura y trabajos de ficción. Y en nuestro país, la sección Escrivim de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (ACEC) ha manifestado en un comunicado su rechazo a esta acción edulcorante y ha reafirmado el derecho de los niños a acceder a la lectura sin ningún tipo de censura: “Los lectores jóvenes y los niños merecen ser tratados como personas inteligentes. Enseñarles que podemos violar el derecho a la libertad de expresión, a la dignidad y a la integridad personal en nombre de la sensibilidad, es una contradicción peligrosa que puede derivar en la tiranía de la sensiblería. Al contrario, pensamos que la literatura transgresora, poco convencional o crítica con el establishment protege a los niños de la manipulación ideológica que toda pedagogía lleva implícita. Leer voces diversas amplía la mirada y el pensamiento”. Tras esta declaración inicial, la ACEC plantea otro aspecto de la cuestión que es clave en esta polémica. “Encontramos ilegítima la acción que modifica un texto autoral sin permiso de quien lo ha creado. Pedimos, pues, una revisión de las leyes de propiedad intelectual que protejan las obras post mortem, para evitar destrozos como las que los editores actuales de la obra de Dahl quieren llevar a cabo.
La razón del arte no es pedagógica ni educativa ni moralizante. El arte es la expresión libre y original de una voz, una visión particular inserta en un contexto biográfico e histórico. La Historia la escriben los ganadores, por eso el arte como expresión individual puede matizar o contradecir el relato oficial de los libros académicos. Cuanto más libre, diversa y amplia sea esta expresión, cuantas más voces originales añadamos al canon artístico, más libre podrá llegar a ser nuestra conciencia. El desconocimiento de la Historia lleva a repetirla. Solo una generación muy informada sobre su pasado tiene las herramientas para afrontar su presente de forma crítica. Blanquear, cancelar o negar este pasado, maquillándolo por no ofender es, en el mejor de los casos, un error epistemológico cuyas consecuencias nos podrían conducir a una nueva barbarie.”
En esta misma línea, Santillana, la editorial española que publica las novelas del escritor británico en su sello de literatura infantil y juvenil Loqueleo, y Alfaguara Infantil y Juvenil se han pronunciado y han afirmado que seguirán publicando las obras de Roald Dahl en las ediciones en castellano en su versión original, sin ningún tipo de modificación.
Ante la polémica suscitada, Francesca Dow, directora gerente de Penguin Random House Children’s, se mantiene en su posición y ha recordado que llevan más de 40 años publicando las historias de Roald Dahl en colaboración con la Compañía de Historias de Roald Dahl y «como editorial infantil, nuestro papel es compartir la magia de las historias con los niños con el mayor de los cuidados y consideraciones” y confirma que no tienen intención de retirar del mercado las ediciones blanqueadas: “manteniendo las versiones de Puffin y Penguin disponibles, ofrecemos a los lectores la opción de decidir cómo experimentan las historias mágicas y maravillosas de Roald Dahl».