El reconocido poeta y profesor Juan Carlos Elijas (Tarragona, 1966), autor del poemario Padre polvo (colección Rayo azul, 2021), acaba de publicar su primera novela, Proso modo. Diario, fábulas y peripecias de Jordi Coboia: pandémico y terrestre (Reino de Cordelia), una sátira contra todo y contra todos los obsesionados por la pseudo-modernidad cultural y pandémica y el independentismo catalán, que han olvidado las necesidades de algunos de sus ciudadanos como, por ejemplo, los que recorren la bulliciosa colina de El Olivo, que parece que tenga alma, donde la Guerra del Francés en Tarragona. Creo que para el poeta Coboia la mencionada colina, al final del libro hay un plano del Fuerte de El Olivo, donde está su casa, es la única patria que reconoce, donde vive y en ella ha dado sus primeros pasos como narrador: empezó hace años a familiarizarse con los personajes que ahora protagonizan su novela.
Elijas narra las aventuras y o desventuras de Jordi Coboia y sus vecinos, un administrativo y poeta que acaba de perder su trabajo y a quien le pide el editor Quim Argilaga escribir una novela sociológica de un tema determinado, a lo que se niega; pero, que la escribirá a pesar de ser poeta o por eso mismo. Y él se lanza y sin eufemismos y con grandes dosis de humor, en ocasiones escatológico, que es posiblemente el mejor vehículo para sus críticas socioliterariaspolíticas, y la termina, con cadáver incluido y muchas más sorpresas. Y es que, a su juicio, el de Jordi, en la sociedad hipócrita en la que vivimos hay injusticias de peor gusto que llamar a las cosas por su nombre. Por su parte, el autor siempre se ha interesado por la literatura que retrata su tiempo, y que esta sea reflejo de la realidad de personas que, como Jordi, suelen pasar desapercibidas y son ajenas a la modernidad a pesar de contribuir a ella con sus impuestos, entre otras cosas.
Los medios de comunicación tal vez hacen un retrato con pocos adjetivos de la sociedad en los que siempre aparecen los mismos. La literatura, en cambio, tiene que buscar otros ángulos. Cada personaje es un mundo y no hay historias vulgares sino narradores ineptos, opino como lector. Y Juan Carlos Elijas nos ha sorprendido muy gratamente con un diario-novela poliédrico donde todo cabe, dado que sabe hilvanar historias como pocos. Creo que es un maestro de la narración oral, que a buen seguro esta novela la pondrá de moda. Como terapia o para disfrute de los vecinos de la escalera o de la urbanización. O de oferta de ayuntamientos para concursos vecinales o nacionales.
Hay que señalar también que, últimamente, el diario se ha convertido, más si cabe, en un género característico del quehacer intelectual de nuestros días. Diríase que son textos o fragmentos, esta obra tiene XCIX en 384 páginas, o propósitos teóricos, prosos, que sobre ellos se construye la novela. Además, la parte final cuenta con varias reseñas críticas y carta de jurado de premio, en tono socarrón que hará las delicias de las personas lectoras. Esta es una obra de carácter literario y también filosófico, sin ninguna duda. Y estos propósitos son fundamentales para interpretar todos los fenómenos socioculturales y políticos del momento, como bien ha hecho el autor de Proso modo. Y es que, dadas las características formales de los diarios, estos nos permiten construir imágenes que no se podrían simbolizar por medios habituales de otros géneros. El diario es una magnífica forma expresiva. Creo pues que, además, Elijas va en esta su primera novela mucho más allá de una expresión de lo personal confesional y lo que busca es comprender la lógica de esta época nuestra: pandémica y telúrica.
Esta obra, Proso modo, nos ofrece una imagen que bien puede representar los momentos de un tiempo, que es el suyo y el de sus convecinos: Bernat Altadill, Eugeni, Bilioso y Mercè Galimany, entre otros, quienes, cada uno a su manera, forman parte de la historia. Así, en la narración se aspira a representar la verdad de todo y de todos, haciéndola verosímil y de ahí y por esto Proso modo se convierte en una obra de arte y pensamiento. Se me ha hecho muy interesante tanto desde el punto de vista filosófico: monólogos y diálogos, reflexiones íntimas y no, como literario: diatribas e introspecciones, porque excede las formas conocidas de la literatura. Juan Carlos Elijas ha encontrado otra forma de narrar, en esta historia poliédrica. Los estudiosos de la literatura la tendrán en cuenta y las personas lectoras pensarán y, a la vez, se divertirán con ella: donde tiene cabida hasta el Decamerón, aquí Decamelón: humor e ironía por doquier, también metaliteratura. La novela está dividida en tres partes: No pasa nada, Decamelón y Letras protestadas, con una nota del editor que hace de delantal de la obra. También hay poesía, casi más que en algunos poemarios y las cartas valorativas finales sobre la novela, dignas de todo elogio socarrón.
En esta fábula fabulosa hay de todo, la persona lectora inteligente encontrará el veneno de muchos géneros literarios, con un equilibrio entre ellos digno de elogio, dado su ritmo e ironía. El protagonista vive en la colina del Olivo, por dónde las tropas francesas de 1811, al mando del general Louis Gabriel Suchet, entraron en Tarragona, y con su comandante, que murió en Tarragona, Jean-Baptiste Salme, el protagonista, Jordi, se las verá y ayudará implicando a los vecinos. No hay que olvidar que Suchet dirigió las tropas napoleónicas que asediaron y masacraron Tarragona. Jordi también asistirá a un taller literario: “A pesar de lo discutible de la afirmación, evito seguir hablando al respecto. Tengo suficiente. Me reconcilia saber que mis prosos o sucesiones encajan en el híbrido pangenérico que estoy cosiendo, frankensteiniano, porque tengo in mente el punto de partida, mi bulto, mi enjambre, mi asuntu: el diarionovelo”.
Lo excelente de esta narración es que, cuenta lo que vive en el momento de vivirlo. Lo que está desarrollándose, ocurriendo: asistimos, pues, al narrar de la historia desde el primer momento, tras el encargo citado de un editor a un poeta, que duda, para que este escriba una novela sobre la situación social y política concreta en Cataluña y su tan manido procés. Pero también veremos cómo se escribe una novela, pros y contras, a la vez que observaremos cuál es la educación secundaria de hoy. Pues el autor lo mismo plancha un huevo que fríe una corbata. Asistiremos a las aventuras y desventuras de los vecinos y más novela negra al uso: “La forense establece la hora de la muerte entre las 11 h. y las 13 h. Alrededor de las 13:45 h. lo descubre Ginebra y es cuando acude a El Pati. Allí se hallan los tres Coboia, el del huerto, los dos okupas, la pareja de Villa Mel, el maestro jubilado y señora, los yayos que siempre están de palique, la niña china, Altadill, la enfermera y esposo, Oleguer Eixec, Abel, Ximo el médico, Gladiol, Lionela, Raluca, y Martín y Cerrillo en acto de servicio. Lo dicho, veinticuatro personas. Ahora se trata de saber en qué momento cada uno de ellos vio a la víctima por última vez. No es sencillo, porque Gabriel era una persona que no se dejaba ver demasiado”.
Juan Carlos Elijas es un literato de verdad, un humorista y la ironía uno de los aciertos en su escritura, conocedor como pocos de la Literatura, con mayúsculas. Citas de escritores y citados ellos por doquier: desde Quevedo, Borges o Labordeta a Coetzee, Tokarczuk, Delibes o Antunes, entre otros y más lo que se señalan en la narración, como Rabinad. Y ha escrito Proso modo que es además una aventura como es la aventura de escribir, con o sin yerbalisa, a la vez que presenciamos un gran espectáculo teatral, como personas lectoras. Y ha elegido el diario como forma novelística porque le permite apuntar esa característica que recorre esta novela, el didactismo: y dentro de él, la exploración de la relación del sujeto con el mundo. Acertando de pleno, pues este didactismo que no es el de la formación y sí el de la salvación ante la tragicomedia que vivimos y ante las fuerzas económico-políticas que amenazan este proyecto de la humanidad. Creo que esta novela está a la altura de Rojo y negro de Stendhal, sin ir más lejos. Es mi lectura y propuesta narrativa para esta primavera, queridas y admiradas personas lectoras: “¿Quién es yo?, y ¿quién dice ser yo?”