Las nuevas traducciones de su obra al castellano, el inglés y el alemán marcan el camino para resituar a la autora novelista de primer nivel, una faceta que a veces ha quedado oscurecida por su papel como periodista y pensadora
La escritora Lara Moreno llegó a Montserrat Roig por casualidad. Su pareja encontró un ejemplar de los setenta de Tiempo de cerezas, traducida al castellano, en un rastro de Carabanchel. “Lo leí hace dos veranos, y me fascinó. Acabé diciendo: ¿quién es esta escritoraza, dónde estaba, cómo puede ser que yo no la conozca, ni la mayoría de mi generación, y cómo puede ser que esté descatalogada?” Desde entonces, se ha dedicado a ir buscando todos sus libros en ediciones antiguas a través de Wallapop y solo ha crecido su admiración por una mujer que describe como “profundamente culta, despierta, comprometida con lo social y con hacer un retrato de su país y de la historia de Europa”.
La figura de Roig, fallecida prematuramente en 1991 con solo 45 años, ha seguido estando presente en Catalunya, con publicaciones más o menos constantes en Edicions 62 y con iniciativas como las becas Montserrat Roig, para autores que tengan al menos un libro publicado y necesiten el tiempo y el espacio para seguir escribiendo, y los homenajes que se celebraron en 2021 y 2022, cuando hubiera cumplido 75 años. Pero fuera de Catalunya, su obra seguía siendo prácticamente inencontrable y su perfil estaba desdibujado, poco a mano para personas, como la propia Moreno, que la hubieran podido tener como referente fundamental.
El restablecimiento de su legado arrancó hace un par de años, más centrado en la faceta de Roig como periodista y pensadora –Debate recogió sus artículos en el volumen Algo mejores y el sello Plankton Press sacará en breve Dime que me quieres aunque sea mentira, con prólogo de Noelia Ramírez–, y ahora ha llegado el turno a sus novelas.
El sello Consonni empieza con Ramona, adiós, con una nueva traducción a cargo de Gemma Deza Guil, la publicación de lo que Josep Maria Castellet, editor de Roig en vida, bautizó como “la trilogía del Eixample”, rebautizada ahora por cuestiones de marketing editorial como “trilogía de Barcelona”. Seguirán con Tiempo de cerezas y La voz melodiosa, y acabarán en 2026 con La hora violeta, la última novela que escribió Roig y la más experimental.
El empaquetado es importante. La primera novela tiene una cubierta muy actual con una fotografía de Alba Yruela y un prólogo de Luna Miguel, y la idea es que los otros títulos lleven también prefacios a cargo de autores jóvenes. “Nos interesa llegar a todos los públicos lectores, pero sobre todo a un público lector joven, no quedarnos solo en la generación que conoció en vida a Montserrat Roig”, dice una de las socias y editoras del sello, María Mur, que considera que publicarla ha sido casi una “obligación”. Ella también la conocía más como referente feminista que como autora de novelas y se sorprendió al leerlas, cuando se encontró con unos textos tan profundos y actuales.
Paralelamente a las nuevas ediciones en castellano, se preparan también las traducciones al inglés, a cargo de Julia Sanches (la traductora de Eva Baltasar y Andrea Abreu) en Daunt Books, el sello que publica por ejemplo a Natalia Ginzburg, y en alemán, en Kuntsman Veralg. “Espero que sea solo el principio, y que también vuelvan a descubrirla en Brasil, Francia, Portugal, donde ya publicó en vida y alcanzó cierto éxito”, explica Marina Penalva, la agente literaria que se ha movido por recolocar a Montserrat Roig en el lugar que le corresponde, desde Casanova & Lynch, la firma que gestiona los derechos de la autora desde siempre.
“Cuando llegué a la agencia, hace cinco años vi que solo se seguía vendiendo Els catalans als camps nazis y la no ficción. Me hace mucha ilusión potenciar las novelas, que son buenísimas. En el extranjero sigue siendo muy desconocida y en el resto de España hasta hace poco también. Recuerdo hablar bon editores de Madrid y no la ubicaban, teníamos que explicarla desde cero”, dice. Cuando la vende a los editores extranjeros en las ferias la compara con autoras como Natalia Ginzburg pero también con Vivian Gornick y Joan Didion. “Por los registros en los que se movieron y cómo fueron cronistas generacionales, que combinaron periodismo y ficción”.
La idea de la Trilogía de Barcelona también puede ayudar a hermanarla con otra autora periférica (no anglosajona) reintroducida en el canon anglo en los últimos años, Tove Ditlevsen, autora de la Trilogía de Copenhague. Y está, por supuesto, la conexión con Mercè Rodoreda, la otra gran narradora de Barcelona que en vida ya reconoció a Roig como su alumna aventajada.
Ramona, adiós, la novela que se publica ahora en castellano, fue también la primera novela de Roig. La publicó en 1972, cuando tenía solo 26 años. Dos años atrás, en 1970, había ganado el premio Víctor Català con una colección de cuentos, Molta roba i poc sabó…i tan neta que la volen y algunos personajes que aparecen en esos relatos vuelven a verse en Ramona, el libro en el que cristalizan las dos sagas, los Ventura-Claret y los Miralpeix, que vertebran toda la narrativa de Roig, y en tres mujeres de tres generaciones sucesivas llamadas Mundeta que tienen una particular relación de co-dependencia con la ciudad de Barcelona.
Aunque una de las Ramonas, la mayor de todas, vive todavía en Gràcia cuando el barrio aun era pueblo (“en Gràcia no pasa nada. Día tras día siempre lo mismo”, se lamenta el personaje en 1899), las novelas de Roig son inseparables de la retícula del Eixample, el barrio en el que nació y en el que mantuvo un piso durante casi toda su vida, en Bailen, por debajo de la Gran Via.
El Eixample, ese barrio que ya nació amputado, construido según las leyes del mercado inmobiliario y no siguiendo los ideales regeneracionistas de su ideólogo, Ildefons Cerdà, le sirve a Roig para “retratar un mundo que queda medio borrado después de la Guerra Civil”, señala la biógrafa de Roig, Betsabé García (autora de Con otros ojos, en Roca Editorial). “En ese momento, el barrio es el marco de esa clase media que se ha visto empobrecida y se mueven por allí gente de los dos bandos. Es un universo que ella ya muestra como algo derrotado, intentando sobrevivir”.
Por otro lado, las casas típicas del barrio, con esos patios que son cruciales para entender los libros de Roig, y esos edificios que siempre tuvieron cierta transversalidad social (los señores en el Principal, la clase menestral con ciertas aspiraciones, del segundo para arriba) proporciona un espacio ideal para colocar a esas mujeres ansiosas y a sus maridos errantes. En Temps de cireres, situada en los setenta, ya queda claro que quien ha triunfado se ha subido a Sant Gervasi.
La biógrafa, también muy implicada en esta labor colectiva de resituar a Roig, cree que es un buen momento para darla a conocer fuera de Catalunya. “Tiene este punto rebelde contra el statu quo y trata unos temas completamente actuales. Sus personajes femeninos reciben y algunos se rebelan contra esa violencia del heteropatriarcado. Nos toca presentarla como una intelectual de talla y una novelista excepcional”. Del Eixample al mundo.