El pasado octubre, en la feria del Libro de Frankfurt, estaba prevista la intervención de Antonia Kerrigan en el homenaje que el pabellón español dedicó a Carlos Ruiz Zafón, quien fue uno de sus autores más queridos. Pocos días antes canceló el viaje por problemas de salud. Este jueves, la familia y todo el equipo de la agencia literaria Antonia Kerrigan comunicaba el fallecimiento de su directora, agradeciendo “sus enseñanzas, su cariño y la guía que fue para todos nosotros. Quedará para siempre el recuerdo de grandes conversaciones, libros, música, risas y sus orquídeas”.
Antonia Kerrigan vino al mundo en París y creció entre libros. Su padre, el norteamericano Anthony Kerrigan, era poeta y traductor; su madre, Elaine, “una de las mujeres más guapas e inteligentes que hayan vivido en Palma”, según José Carlos Llop, era música y también traductora. Instalado en Mallorca, el matrimonio se integró en los círculos literarios de Cela y Robert Graves, y participó en los primeros encuentros de Formentor.
Antonia estudió medicina en Barcelona; trabajó después un tiempo en la agencia literaria de Carmen Balcells, hasta que decidió abrir la suya propia, en un momento de prosperidad económica general y expansión del mundo del libro en particular. Le fue muy bien. Durante un tiempo manejó la representación en España de la editorial chilena Andrés Bello. Asumió la representación de jóvenes autores latinoamericanos como el mexicano Jorge Volpi, quien inició una carrera fulgurante al obtener el premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, y de veteranos como el nicaragüense Sergio Ramírez. El sistema español de premios literarios constituiría en el futuro una buena cantera económica y promocional para los escritores de la agencia .
Pero su destino quedaría para siempre vinculado con el mayor fenómeno editorial reciente de las letras en castellano. Kerrigan aceptó representar a un joven y prometedor novelista barcelonés residente en Los Ángeles, a quien el año 2001 publicó Planeta su novela La sombra del viento, después de que quedara finalista del premio Fernando Lara. Tras un año de ventas modestas pero continuadas, la obra despegó alcanzando pronto cifras millonarias en España y en todo el mundo. Kerrigan negoció para su representado los contratos con Random House, Suhkramp y tantos otros sellos internacionales, y aún hoy la agencia sigue administrando el legado del autor fallecido prematuramente en el año 2020, que la inmortalizó en El laberinto de los espíritus como “madame Currygan”.
Con Carlos Ruiz Zafón, han sido numerosos los superventas que han pasado por la agencia Kerrigan. Antonia y su colaboradora Lola Gulías ayudaron a María Dueñas a encontrar la forma definitiva de El tiempo entre costuras, otro gran éxito internacional. Juan Gómez Jurado dio con ella sus primeros pasos en el mundo del libro. Javier Sierra, Víctor del Árbol, Xavier Bosch o Eva García Sáenz de Urturi figuran en su catálogo de 150 autores.
Casada con el arquitecto Ricardo Pérdigo, madre de los editores Gregori Dolz e Ilya Perdigo, Antonia era una figura muy activa, integrada y querida en el mundo del libro barcelonés, al que en un tiempo agasajaba con agradables cócteles en su piso del paseo Sant Gervasi. La feria de Frankfurt, el día de Sant Jordi, las cenas de los premios Nadal y Planeta y tantos otros eventos no serán igual sin ella.