En el centenario del nacimiento del crítico y profesor, se recupera su diario de la Guerra Civil y el autor de este artículo comenta su diario inédito de la postguerra
El pasado 22 de marzo se cumplió el centenario del nacimiento de Antonio Vilanova (1923-2008). Con tal motivo y para recordar la memoria de quien fue catedrático de Literatura Española de la Universitat de Barcelona y durante las décadas de los 50 y los 60 del pasado siglo, crítico literario de referencia desde las páginas del semanario Destino , Publicacions de la UB ha editado el Diario que escribió durante los últimos meses de la Guerra civil, a cargo de la profesora Alba Guimerà. En estas columnas quiero dar noticia de algunos pasajes de las notas de un diario fragmentario y aún inédito (pequeño rompecabezas que estoy construyendo) que va desde 1948 al 1952. Se trata –lo digo con un marbete utilizado por Cela- de una glosa del mundo en torno, en la que a menudo se amalgaman confesiones autobiográficas que transparentan su personalidad, así como sus últimas tentativas de escribir novelas o la constante pasión por la ópera y la música clásica.
El primer pasaje está fechado el 22 de noviembre del 48, en las últimas horas de la estancia de Vicente Aleixandre en Barcelona. Se trata de una breve anotación sobre la reunión celebrada por la tarde en casa del poeta Tomás Garcés. Asisten Juan Ramón Masoliver, Martínez Barbeito y su mujer, “ una chica preciosa, exótica, finísima”, Gloria Ros y “ Vicente Aleixandre como invitado de honor. Larga disertación de Juan Ramón sobre nombres y apellidos judíos, que no sé hasta qué punto habrá divertido a Aleixandre. Masoliver es un hombre eternamente desorbitado en sus cosas. Nos ha contado que quiere reanudar la publicación de ‘Entregas de poesía’”.
⁄ “Para los catalanistas el acto de Sagarra, al dar una conferencia en castellano y en el Ateneo actual, es una traición”
2 de diciembre de 1948. Conferencia de Josep M. de Sagarra en el Ateneu sobre su traducción de la Divina Comedia . Vilanova observa que “el viejo patricio romano” estaba “ un poco azarado e inseguro al comenzar”, dada la expectación que el acto había despertado. Y anota: “ Es preciso tener en cuenta que para los catalanistas de la resistencia, el acto de Sagarra al dar una conferencia en castellano y en el Ateneo actual, constituye una traición vergonzosa y lo que se ha dado en llamar un acto flagrante de colaboracionismo. Por otra parte, [José] Pardo como Jefe de Prensa y propaganda, y los demás siervos del régimen que confunden la consciencia española con la mentalidad colonial, están contentísimos de su victoria política. Cuando es lo cierto que ni existe colaboracionismo, ni victoria política, sino esta trágica realidad que es la vida, que se impone a todos nosotros y nos fuerza a transigir, a disimular, a conceder y a ser hipócritas, para no perecer en la soledad y en la miseria”.
5 de diciembre de 1948. Vilanova ha asistido la tarde anterior a la representación de Don Giovanni de Mozart en el Gran Teatro del Liceo. “ Cómodamente arrellanado en mi butaca de anfiteatro, gozando de la exquisita melodía mozartiana de la abertura…” Al reseñar la puesta en escena de la ópera (“ Don Giovanni es probablemente la más bella de todas las óperas de Mozart, algo así como el Requiem de las óperas mozartianas”) anota: “ No sé por qué, Mozart me recuerda siempre a Sthendal y sobre todo las páginas del ”.
⁄ “La vida, que se impone a todos nosotros, nos fuerza a transigir para no perecer en la soledad y en la miseria”
14 de febrero de 1949. Conferencia de José María Pemán en el Ateneu sobre “ Los capítulos barceloneses del Quijote”. En la Sala de Juntas se reúne un verdadero cónclave en espera del conferenciante: Luys Santa Marina, Sagarra, Félix Ros, Guillermo Díaz-Plaja, Martín de Riquer, Elisabeth Mulder, Ángel Zúñiga, José Pardo, etc. Vilanova anota con mal disimulada astucia: “ Masoliver no ha venido, no sé si por principios poéticos o por resentimientos políticos. Aunque bien pudiera ser que por compromisos amorosos, pues no estaba Esther de Andreis”.
Vilanova retrata lacónicamente al conferenciante: “ Pemán es un gran señor andaluz, de estatura prócer y hermosa cabeza de pelo blanco, que otorga dignidad señoril a su gesto erguido, lleno de nobleza”. En contraste juzga “ la vulgaridad agarbanzada” de su presentador, Luis de Galinsoga, “ abyecto revistero provinciano , ascendido a director de un gran periódico”. También se refiera al contenido de la conferencia: “¡ Qué trágico esto, tan español, del genio natural, desbordando en luminosas llamaradas de retórica toda posible creación reflexiva!”. Añadiendo un comentario muy brillante, pero tal vez poco riguroso: “ Potro es gallardo, pero va sin freno, decía Góngora, minoritario, hermético y severo intelectual, del genio desbordado de Lope”.
⁄ “Una de las secretas tragedias de mi vida consiste en la incertidumbre acerca de mi propio talento”
Las notas y el diario fragmentario es un buen compendio de la vida cultural barcelonesa del bienio 1948-49, pero también tiene momentos de autorreflexión, como el fechado el 12 de setiembre del 49: “ Una de las secretas tragedias de mi vida consiste en la incertidumbre acerca de mi propio talento. No me refiero a mi competencia provisional ni a mi talento crítico y erudito, que creo cierto, sino a mi capacidad creadora. A veces me desespera la idea de que toda mi inmensa curiosidad intelectual, todo mi mundo de ideas y sentimientos se pierda como obra por falta de genio artístico. Ser un novelista sería mi ilusión mayor y mi máxima ambición estética”.
Último pasaje. A propósito de una cena el 21 de diciembre de 1949 en el Siete Puertas. Vilanova comparte mesa con los Riquer, los Agustí, los Reguera y Esther de Andreis. Por la tarde habían asistido a una conferencia del arabista Emilio García Gómez. Al día siguiente recuerda en su diario cómo conoció a Joan Estelrich (“ A los diecisiete años conocí a Estelrich y en su casa era recibido como un amigo entrañable y conversaba como un igual con quien era tan superior a mí en talento y experiencia humana sólo por la desmesurada amplitud de mis lecturas, por mi natural gravedad, impropia de un adolescente y por mi amistad con Ana María”), a Josep M. de Sagarra, a Carles Riba o a Xavier Zubiri (“ era yo un adolescente de diecinueve años cuando conocí a Xavier Zubiri a través de Asenchi [Madinaveitia], mi amiga más entrañable y más querida”).
El lector puede intuir que, cuando se concluya el presente rompecabezas, estas notas (algunas brevísimas), este diario fragmentario, no sólo nos desvelará la estatura de una gran personalidad intelectual, sino será un testimonio imprescindible de la vida cultural barcelonesa de la inmediata posguerra.