Músico, poeta, militar, diplomático…Gustavo Durán Martínez fue un intelectual de la generación del 27 que luchó por la República y tuvo que exiliarse a Inglaterra y a Estados Unidos, donde lo acusaron de espía. En el acto “En memoria de Gustavo”, celebrado ayer en el Ateneo Barcelonés se rememoró su intensa vida a la vez que sonaron sus palabras y su música.
Gustavo Durán Martínez es uno de esos nombres que la dictadura franquista borró de la historia de España. Tras esos años funestos sus logros y su obra vuelven a ser objeto de estudio y de reconocimiento. Amigo de Dalí, Lorca, Alberti … su archivo personal se encuentra en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Durante el acto de homenaje “En memoria de Gustavo” organizado ayer por la ACEC en Barcelona, con el apoyo de Cedro, y coordinado por el poeta y escritor Alejandro Duque Amusco; participó su hija y musicóloga Lucy Durán, la historiadora Helen Graham, el periodista Jorge de Persia y el investigador y artista Marcos Isamat que puso la voz a los poemas de Jane Durán dedicados a su padre. Se inició el acto con la proyección del video biográfico sobre Gustavo Durán “Secuencias de una vida”, de Inés García-Albi, sobrina del poeta Jaime Gil de Biedma, uno de los grandes amigos de Durán.
Gustavo Durán nació en Barcelona en 1906. Inició estudios de música y con 17 años se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid donde trabó amistad con los miembros de lo que posteriormente se llamará la generación del 27. Como compositor musical logró pronto el éxito con “El fandango de candil”, pero tras su regreso a Madrid, en 1933, después de haber vivido en París y haber hecho amistad con Hemingway y Malraux, decidió dejar la música como modus vivendi y participar en otros proyectos artísticos. Acompañó a Luis Buñuel en la grabación del documental “Las Hurdes, tierra sin pan”. Descubrir tan crudamente en España la pobreza, sumado a que su padre ingresó a su madre en un psiquiátrico para meter a su amante y a la hija de ambos en la casa, desarrolló en él la necesidad de lograr una sociedad más justa y progresista. Cuando estalló la guerra civil fue de los primeros en alistarse a combatir. “Participó en todas las grandes batallas de la guerra. Sobre todo quiso ganarla militarmente, pero sin olvidar nunca el objetivo de lograr una nueva sociedad”, explica la historiadora hispanista Helen Graham. “Se convirtió en un comandante e insigne militar, a la vez que organizó campañas culturales y en sus unidades, hasta casi final de la guerra, se realizó un intenso trabajo cultural”.
“Decidido a no vivir en el pasado”, cuenta Graham, se exilia a Inglaterra, donde se casa con Bonté Crompton, norteamericana con la que tiene tres hijas, y después a Estados Unidos. En el país americano entra, por su talento y su conocimiento de varios idiomas, en el servicio diplomático de Estados Unidos durante la segunda guerra mundial. Pero la guerra fría y su pasado como militar republicano le pone en el punto de mira de la política anticomunista del senador McCarthy y se le acusa de espía. Hasta el año 55 no queda exculpado totalmente, una década bajo sospecha.
Su trabajo como funcionario de Naciones Unidas le llevó a viajar por distintos países y a retomar el contacto con muchos de los exiliados. Sus últimos años transcurrieron en Grecia, donde se entusiasmó con los poetas griegos, especialmente con Cavafis. “Tenía casi 60 años y quería escribir poesía, pero pensó si no puedo “voy a traducir”. Estudió y en el año 1966 inició la traducción de una veintena de poemas de Cavafis. Hubiese sido una de las primeras traducciones del poeta hechas directamente del griego. Le mandó los poemas a Gil de Biedma quien intentó que se publicaran pero no lo logró. En el 75, cuando yo estaba trabajando en la traducción de la obra de Cavafis, Gil de Biedma me entregó este material por si podía ayudarme, en ese momento se quedó ahí, porque el proyecto ya lo teníamos casi terminado; pero gracias a la generosidad de Gil de Biedma que me pidió que me lo quedase, salieron a la luz en 2019 en la editorial Pretextos. Su traducción del poema “los dioses abandonan a Antonio” es de las mejores que existen”, cuenta Alejandro Duque. Finalmente, Gustavo Durán dio también el salto a escribir poesía y compuso “Con el dedo en los labios”.
La poesía impregna la vida de Durán igual que la música; una sin la otra no tiene sentido. “La música de Gustavo Durán es poesía”, cuenta el periodista Jorge de Persia. También su hija, Lucy Durán, explica lo que significaba la música para su padre “Nuestro padre nunca nos habló de la guerra civil. Tampoco le preguntábamos, pero a través de la música nos comunicábamos”
Gustavo Durán murió en 1969 de un ataque de corazón cinco días antes de jubilarse. Está enterrado en Creta. Nunca regresó a España.
Para Gustavo Durán, en sus sesenta años, de Jaime Gil de Biedma
Algo de tu pasado, me dijiste /que yo te devolvía.
Horas alegres de los años veinte, /conversaciones, risas /que en tu memoria son la juventud, /la camaradería /-músicos y poetas- de tu generación, /por la guerra esparcida.
Yo dije que lo bueno entre los dos /y lo raro -tú ya te divertías / antes de yo nacer-, es que aprendimos /la historia de la vida /en distinto ejemplar del mismo libro./
Y es que hemos hecho guarda en iguales garitas.
De viva voz, entonces,/no me atrevía a decir que en ti veía/algo de mi futuro,/por miedo a una respuesta demasiado íntima./Hoy -desde lejos, ya puedo ser sincero
y egoísta,
añadiendo: goza por muchos años, /sé feliz todavía.