Tras más de una década de que su nombre figurara entre los candidatos al premio, el escritor noruego Jon Fosse ha obtenido el Nobel de Literatura 2023. El novelista, poeta y dramaturgo toma el relevo a Annie Ernaux, ganadora el año pasado. El jurado lo ha galardonado por “sus innovadoras obras de teatro y su prosa que dan voz a lo indecible”. Nacido en Haugesund hace 64 años, Fosse es una figura importante en los círculos literarios y culturales de su país y el cuarto noruego que gana el premio más prestigioso de la literatura mundial. Prolífico autor, su producción ha sido comparada con la de Ibsen o la de Beckett.
El novelista, poeta y dramaturgo noruego Jon Fosse —cuyas obras abordan temas como el envejecimiento, la mortalidad, el amor y el arte— ha obtenido el Premio Nobel de Literatura 2023. El escritor toma el relevo a Annie Ernaux, ganadora el año pasado.
Nacido hace 64 años, Jon Fosse es una figura importante en los círculos literarios y culturales de su país y el cuarto noruego que gana el premio más prestigioso de la literatura mundial, siguiendo los pasos de Bjørnstjerne Bjørnson (1903), Knut Hamsun (1920) y Sigrid Undset (1928). También es el primer dramaturgo que entra en el palmarés del Nobel desde el galardón a Harold Pinter en 2005.
El jurado del Nobel ha reconocido al noruego por “sus innovadoras obras de teatro y por su prosa, que han dado voz a lo indecible. Su obra, inmensa, que abarca una gran variedad de géneros, contiene teatro, novela, poesía, ensayo, cuentos infantiles y traducciones. Si bien hoy en día es uno de los dramaturgos más representados del mundo, también es cada vez más reconocido por su prosa”, ha expresado la Academia Sueca.
Cosas de la vida: Fosse escribía novelas, poesía y ensayos y odiaba el teatro o, por lo menos, “odiaba el teatro noruego” (las palabras son suyas) por el tipo de razones por las que se suele odiar el teatro: por el pánico a la afectación de los malos actores. Todo cambió para él en la década de 1990, justo cuando cumplió 40 años. Sin dinero, en una de esas malas rachas que vive todo escritor, aceptó el encargo del director Kai Johnsen para escribir una obra de teatro. Johnsen conocía las novelas de Fosse e intuía que había en él un dramaturgo en potencia. “Era la primera vez que probaba suerte en este tipo de trabajo, y fue la mayor sorpresa de mi vida como escritor”, dijo una vez sobre esa primera pieza teatral. “Supe, sentí, que este tipo de escritura estaba hecha para mí”. Y sí: el resultado, la obra Alguien va a venir, fue un deslumbramiento para todos y el comienzo de la otra historia del escritor que ahora ha sido galardonado con el Nobel de Literatura.
Hasta el pasado jueves 5 de octubre —día del anuncio oficial—, Fosse estaba entre los eternos candidatos al galardón. Su nombre figuraba en las quinielas desde por lo menos una década atrás. De hecho, en 2013 las casas de apuestas británicas suspendieron de forma temporal las apuestas sobre el premio luego de recibir una avalancha a favor del escritor noruego, aunque ha sido hasta ahora, una década después, que el galardón le ha llegado.
Fosse contestó la llamada de los organizadores del Nobel mientras viajaba a Frekhaug, un pueblo en la costa occidental de Noruega donde tiene una casa. En un comunicado enviado a través de su editor, el escritor ha dicho que está “abrumado, feliz y agradecido” de recibir el galardón. “Es un premio a la literatura que pretende ser ante todo literatura, sin más consideraciones”, ha reflexionado. Y ha añadido: “No se llega más alto que el Nobel, después de esto, todo es cuesta abajo”.
En otras declaraciones a la emisora pública noruega NRK, Fosse ha sido un poco más expresivo: “Me sorprendí cuando me llamaron, pero al mismo tiempo no demasiado”, dijo. “Me preparé con cautela para lo que podría pasar durante los últimos 10 años. Pero créanme, no esperaba recibir el premio, incluso aunque hubiera posibilidades”.
Por cierto: si bien Jon Fosse es el cuarto escritor noruego en ganar el Nobel de Literatura, es el primero que escribe en nynorsk, uno de los dos estándares oficiales del idioma noruego escrito, que, según el Consejo de la Lengua de Noruega, sólo utiliza el 10 % de la población. Aunque algunos han interpretado el uso del nynorsk como una declaración política por parte de Fosse —pues mientras éste articula distintas variantes dialectales, el bokmål, en cambio, se conoce como el idioma del poder—, el escritor ha dicho que simplemente se trata del lenguaje con el que ha crecido.
Un lugar donde sentirse seguro
Nacido el 29 de septiembre de 1959 en Haugesund, Fosse creció en el oeste de Noruega, en una pequeña granja en Strandebarm. Comenzó a escribir poemas y cuentos a los 12 años; la escritura, le dijo a The Guardian en 2014, fue una forma de escape: “Creé mi propio espacio en el mundo, un lugar donde me sentía seguro”.
En la adolescencia, Fosse también estaba interesado en convertirse en guitarrista de rock. Empero, pronto abandonó sus ambiciones musicales, dedicándole más tiempo a la escritura. Al crecer, estuvo influenciado por el comunismo y el anarquismo; de hecho, se consideraba a sí mismo un hippie.
La escritura llegó a Fosse como una búsqueda de vida porque no quería ser parte de lo que le ofrecía la sociedad: “Simplemente quise vivir de una manera libre. Por eso la idea de ser escritor me llamaba la atención; no tendría que ir a una oficina. Asumía que siempre sería pobre, pero lo prefería a cambio de la libertad que me otorgaba. Terminé mis estudios en filosofía y teoría del lenguaje, pero no quería ser profesor”, contó en una entrevista con el diario El País.
Fosse publicó su primera novela, Rojo, negro, en 1983, dando inicio a una carrera notablemente prolífica. Entre sus obras más famosas se encuentran las novelas Melancolía, que profundizan en la mente de un pintor que sufre un colapso mental; su novela Mañana y tarde, que comienza con el momento del nacimiento del protagonista y termina con el último día de su vida; y la obra de siete volúmenes Septología, un proyecto que tiene más de 1000 páginas y trata sobre dos artistas ancianos que podrían ser la misma persona: uno logró el éxito, mientras que el otro se volvió alcohólico.
La crítica ha elogiado la capacidad de Fosse para crear personajes complejos y profundamente humanos. Sus obras están pobladas de individuos que luchan con las preguntas fundamentales de la existencia. Jacques Testard, fundador de Fitzcarraldo Editions, la editorial británica de Fosse, ha dicho que la obra del escritor noruego toca temas de “amor, arte, muerte, duelo y amistad”, mientras que “el paisaje de los fiordos occidentales cerca de Bergen, donde creció”, es casi un personaje en sí mismo.
Algo similar ha dicho Anders Olsson, presidente del Comité Nobel: “La condición humana es el tema central de la obra de Fosse, independientemente del género; presenta situaciones cotidianas que son instantáneamente reconocibles en nuestras propias vidas”.
Y ha añadido: “Lo que es especial es la cercanía en su escritura. Toca los sentimientos más profundos que tienes: ansiedad, inseguridad, cuestionamientos sobre la vida y la muerte… las cosas que cada humano enfrenta desde el principio”.
Olsson ha querido aclarar, sin embargo, una cosa: si bien Fosse comparte la perspectiva negativa de sus predecesores —los autores que más le han influido son el escritor noruego Tarjei Vesaas, el poeta austríaco Georg Trakl y Samuel Beckett, aunque los que más admira son Franz Kafka y Knut Hamsun—, “no se puede decir que su particular visión gnóstica resulte en un desprecio nihilista del mundo. De hecho, hay gran calidez y humor en su trabajo, y una ingenua vulnerabilidad ante sus crudas imágenes de la experiencia humana”.
Los críticos han comparado las sobrias obras de Fosse con el trabajo de dos escritores ya galardonados con el Nobel: Harold Pinter y Samuel Beckett. También lo han llamado “el nuevo Ibsen”, en referencia al renombrado dramaturgo noruego Henrik Ibsen.
Algo es cierto: al igual que su gran precursor en la literatura nynorsk, Tarjei Vesaas, Fosse combina fuertes vínculos locales, tanto lingüísticos como geográficos, con técnicas artísticas modernistas, como ha señalado la Academia Sueca. Sus novelas están muy reducidas a un estilo que ha llegado a ser conocido como ‘minimalismo Fosse’.
Y sí, en eso coincide Adam Z. Levy, editor de Transit Books, una pequeña editorial que comenzó a publicar las obras de Fosse en Estados Unidos en 2020: “Su trabajo puede ser engañosamente simple”, le dijo al New York Time. “A menudo escribe una prosa muy sobria y minimalista, pero sus libros te toman por sorpresa. Adquieren una cualidad realmente conmovedora. Las oraciones se repiten, serpentean, comienzan en un lugar y luego regresan a ese punto en algún momento, como en una especie de espiral hacia afuera”.
Hay un ritmo muy particular en la escritura de Fosse. En varios casos, su puntuación excluye el punto, pero curiosamente no afecta a la fluidez de la lectura. “Puede que lleve a la página mi bagaje de mal músico. Para mí escribir es escuchar, es un acto más musical que intelectual. En un texto la forma debe ser extremadamente exacta, cada coma, cada cambio está medido para que al leer puedas sentir las olas, un latido, y el cambio de ritmo según avanza la trama. Esta unidad entre forma y contenido es necesaria. Con la escritura ocurre igual que con un ser humano: no se puede separar el alma del cuerpo, un cadáver no es una persona”, le dijo Fosse al diario El País en la citada entrevista.
Un último detalle. Hace unos meses en una conversación con el medio español La Marea, Fosse, al hablar sobre su gran novela Septología, abundaba en su concepción de la escritura y el escritor. Ahí, dijo:
“Cuando escribo no pretendo conseguir nada. Para mí escribir es una forma de escucha, no de planificación ni de pretensiones previas. Simplemente empiezo a escribir. En esta novela, por ejemplo, el personaje principal, Asle, se encuentra bastante pronto con el otro Asle, que se le parece mucho, y eso es algo que simplemente sucede y que, desde luego, me sorprendió incluso a mí. Cuando escribo, llega un momento en el que tengo la sensación de que lo que estoy escribiendo ya estaba ahí fuera, en algún sitio, y yo sólo tengo que anotarlo antes de que desaparezca. A veces me resulta sencillo, aunque a veces tengo que ir detrás de ese texto que de alguna manera ya estaba ahí. Para mí, escribir es un viaje a lo desconocido”.
Y, en otro momento, Fosse remata: “Siento que escribir tiene mucho más que ver con desaparecer como persona que con ser visible como persona. Busco escapar de mí mismo más que expresarme. Quizá la buena literatura tenga algo que ver con aprender a morir”.
Por cierto: además del prestigio y un enorme aumento en las ventas de libros, Jon Fosse recibirá 11 millones de coronas suecas. Por otra parte, poco después de conocerse el galardón, también se ha conocido la noticia de que, si bien De Conatus venía publicando en español la obra del reciente nobel, el noruego formará parte del catálogo del Penguin Random House en los próximos años, arrancando con cinco títulos, cuatro de ellos inéditos en nuestro idioma.