Decía Maurice Blanchot que ningún escritor debería releer lo que ya ha escrito. Desoyendo los consejos del teórico francés, Ana María Moix (Barcelona, 1947-2014) recorrió su trayectoria como escritora en un taller que impartió en julio de 2012 y cuyos materiales han permanecido hasta ahora inéditos. Detrás del telón los rescata junto a una serie de textos en torno al fútbol -era grande su afición- escritos para ser leídos en Catalunya Ràdio.
Los textos no solo nos permiten una nueva aproximación a la obra de una autora cuya literatura aún es poco estudiada, sino que nos devuelven a una cronista que, con una mirada atenta, se adelantó a su tiempo y puso sobre la mesa cuestiones por entonces marginales como la necesidad de promover el fútbol femenino y la corrupción de las federaciones.
Su mirada perspicaz, crítica e irónica impregna todo y permite una relectura del mito de la Gauche Divine: advierte de que, en lugar de poner el acento en Bocaccio, para hacer una historia de dicho grupo habría que recurrir a Isabel Bohigas y Montse Esther, dueñas de la tienda Saltar i Parar, y al archivo del doctor Ramón Vidal Teixidor.
Carencias del relato cultural
El hecho de que no se haya seguido el consejo inicial muestra las carencias de un relato cultural que ha preferido quedarse con el mito y explica la superficialidad con la que se ha acercado a la figura de Moix, a la que se suele describir "como musa de la Gauche Divine, niña precoz, hermana de Terenci", apunta en la introducción Nora Catelli, que añade: "Si se transita por la bibliografía universitaria, se la ve reunida con otras escritas -en muy pocos casos se la observa en compañía de escritores- y se analizan más sus temas que su escritura".
Lo interesante de 'Detrás del telón' es que descubre a una lectora brillante que, revisando su propia obra, relee la gran literatura en la que se forjó como escritora
Aquí descubrimos a una Moix que, a la vez que hace una crónica histórico-cultural de la Barcelona de los 60 y 70, reconstruye su formación, deteniéndose en esos precursores que forjaron su escritura, de Ana María Matute a Juan Gil-Albert, pasando por Rosa Chacel, cuya novela La sinrazón jugó un papel clave en Walter, ¿por qué te fuiste?, en la que observamos una "variación torrencial, cerca del monólogo interior, del diálogo sin marcas, de la exaltación lírica, casi faulkneriana, casi a lo Carson McCullers".
La obra de Moix entronca con la gran literatura del siglo XX -Vals negro debe mucho a Gil-Albert, pero también a Henri de Saint-Simon y a Joseph Roth. Su labor como traductora fue clave en su formación lectora, como también lo fue Pere Gimferrer: de su mano llegó a la Generación del 27, a las vanguardias, a Octavio Paz y a Ezra Pound. De "l’art pour l’art" que tanto amaba Gimferrer a la literatura más comprometida -Sartre, De Beauvoir, Moravia- que tanto interesaba a Terenci. Y, en medio, la poesía, la leída y la compartida con sus compañeros "de la coqueluche" -Carnero, Gimferrer, Molina-Foix, Azúa- y con Leopoldo María Panero, "el mejor poeta joven, el más inteligente".
Más allá de anécdotas, amigos y recuerdos, lo interesante de Detrás del telón es que descubre a una lectora brillante que, revisando su propia obra, relee la gran literatura en la que se forjó como escritora, observando divergencias y confluencias, deteniéndose en elementos quizá nimios pero significativos, sin obviar el contexto. Brillante ejercicio de crónica, crítica literaria y crítica cultural vehiculado por un yo que sabe que no debe ser el protagonista.