Alex Susanna era poeta y otras cosas, como editor de poesía y en su momento director del Instituto Ramon Llull. Escribía en su lengua, el catalán, y eso quiere decir que, como cualquier otro escritor en catalán, hoy es desconocido en España. Pero no siempre fue así, o no completamente
De hecho, lo conocí hace casi cuarenta años en un encuentro de escritores en Verines, Asturias. Allí el profesor Víctor García de la Concha, desde la Universidad de Salamanca y con la colaboración del Ministerio de Cultura, convocó durante años a escritores y escritoras en las distintas lenguas en que se habla y escribe bajo este estado. Y nos hablábamos y nos conocíamos y nos reconocíamos. Ese conocimiento y reconocimiento es cosa que fue desapareciendo hasta que desapareció completamente.
El propio Alex hace pocos años, para un documental (“Suso. Fóra de lugar”, de Alberto Sacido), y en conversación también con el escritor Miquel de Palol me decía (traduzco del catalán): “parecía que íbamos a una convivencia fructífera y todo aquello fracasó de una manera estrepitosa. (…) Personas con las que habíamos compartido antes viajes, conversas y debates…se puede decir que todo el siglo XXI nos quedamos aislados (…) ¿Cuándo se rompió ese espíritu de Verines? Yo creo que hacia el año 94 y en adelante. Y no queda nada, al contrario, un profundo desinterés. (…) Creo que habría que promover la circulación de creadores de las distintas culturas del estado español. Pero no interesa. Hemos retrocedido a las etapas más oscuras del estado español. Porque durante el franquismo había curiosidad e interés”. “Había curiosidad…, y respeto “, matizaba Miquel de Palol.
También para mí quedaba atrás cualquier expectativa de que España pudiese cambiar y dejar de ser un lugar donde quienes vivimos en otra lengua distinta del castellano seamos huéspedes incómodos. Y fue entonces cuando el profesor Luís García Jambrina, que dirige ya desde hace años esos encuentros en Verines, me convocó para asistir en septiembre a celebrar los cuarenta años de esos encuentros.
Comenté con Alex mi escepticismo y mis dudas, ¿valía la pena ir?, y él me contestó: “Ni t’ho pensis, ves-hi. Amb tot l’escepticisme que calgui, però ves-hi.” A pesar de la amargura del gran desencuentro vivido estos años, a pesar del gran “a por ellos”, Alex conservaba la capacidad de apostar por algún tipo de esperanza. Vivimos lejos y hace tiempo que no nos veíamos, no sabía de su enfermedad, y él tampoco me dijo nada, unos meses antes me envió una foto en la que estábamos juntos y reíamos, no pude entender lo que me quería decir. Sé que debo dudar de mis dudas y que él tenía razón, Alex tiene razón, nunca hay que abandonar el campo de juego y de lucha, hasta que consigan echarnos.
Estamos vivos para vivir, y para cuidar de los vivos y ser leales a nuestros muertos. Se ha muerto un poeta que se llamaba Alex Susanna, su muerte es nuestra, de quienes cuidamos de las palabras y de quienes tienen amor o estima por la cultura de Cataluña, ese país. Alex acudirá de algún modo, no sé cuál, al encuentro de escritores y escritoras de Verines este año que quiere celebrar la diversidad y el diálogo. Y yo obedezco su juicio e iré, porque sé que tiene razón.