La presentación fue a cargo del poeta
José Luis García Herrera, que situó el contexto histórico por el cual, como
prólogo, figura un estudio sobre la poesía de Guillem Vallejo realizada por
Ángel Crespo a comienzos del año 1995.
Después, durante su intervención analizó
las claves principales del libro (hemos hecho un pequeño resumen de su estudio
que exponemos una líneas más abajo) y dio unas pinceladas sobre la
atemporalidad y el trasfondo pictórico de los poemas. A continuación Guillem
deleitó al público asistente con una lectura muy escogida de las cuatro partes
en que se divide El frutal del adiós.
La editora, Amália Sanchís, dijo unas palabras sobre la experiencia de publicar
este libro trascendental dentro de la producción poética de Guillem Vallejo.
El acto contó con el colofón final por parte del cantautor Emiliano
Valdeolivas, que cantó el poema que ha musicado de este libro y que incluye en
los recitales que ofrece cuando actúa en las escuelas.
“EL DON DE LAS PÉRDIDAS”
Quizás, lo primero que sorprenda al lector de El frutal del adiós sea encontrarse con
un prólogo de Ángel Crespo escrito en 1995 y que analiza la obra poética de
Guillem Vallejo Forés (Barcelona, 1962), que comprende el período creativo que
abarca de 1989ª 1994. Este texto inédito de Crespo pertenece, o se corresponde,
al estudio que preparó para la presentación de la antología Los nuevos poetas, en la cual Vallejo
era uno de los poetas antologados. Un texto que, como merecido e íntimo homenaje
a un gran poeta y a una época entrañable, es recuperado para esta edición
Por lo tanto, este libro de poemas, este cancionero como muy
bien lo definiera Crespo, arranca desde hace mucho tiempo, o tarda mucho tiempo
en editarse. Su génesis, su leit motiv,
parte de tres hechos que se entroncan en la vida del poeta y quizás por este
orden. Tres hechos que se evidencian, se distinguen y quedan fielmente
reflejados en los poemas. El primero, la asistencia a un recital de J.L.
Borges, que deja un marcado impacto en el sentir existencial de Guillem. El
segundo, una exposición del pintor romántico alemán Caspar D. Friedrich en el Museo
de Prado. El tercero, el nacimiento de la hija de una muy buena amiga de
nuestro poeta. Borges alimenta las razones de la vida. Friedrich plantea
diferentes visiones de la realidad. El nacimiento de esta niña es la razón de
toda vida, de toda existencia, de la realidad misma.
Uno de los aspectos que ya remarcaba Crespo en
su estudio, y que en este libro consigue una presencia más destacable, es el
aprecio a la palabra como elemento primordial y moldeable en el poema, como
pieza única que encaja en la estructura del verso y le otorga todo su valor. En
acertada afirmación de Crespo: “las palabras no son sólo un medio sino un fin de su poesía, pues no son las
meras despertadoras de los objetos, sino también las despertadas por el poeta”.
Los aspectos pictóricos juegan un papel muy
importante en la confección de una gran parte de los poemas. Cómo he comentado,
el descubrimiento de la obra de Friedrich deja un gran impacto en el ánimo de
Vallejo quien, a su vez, traslada este impacto emocional a los poemas. Una
mirada sobre las nubes, una mirada a través de una ventana solitaria...,
invitan a la contemplación de esta pequeña vida que se estremece entre los
brazos que la mecen y la nominan.
Es éste un libro que fondea en la raíz del árbol
de la vida, que vuelve al paraíso de la inocencia, que en estos tiempos de
prisas y de caos supone un bálsamo de relajación y de calma. Un libro, El frutal del adiós, que demuestra, en
su concepción, en la meditación que guardan y suscitan los poemas, en su manera
de plasmar e indagar los aspectos más existenciales de la iniciación a la vida,
la madurez de un poeta que, entregado desde hace muchos años a una labor tan
poética y altruista como la solidaridad, tardó en dar a la imprenta este
testimonio de vida y sabiduría. Pero nunca es tarde cuando la belleza late
entre las manos y por detrás de los párpados.