Domingo, 24 de noviembre de  2024



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Antonio Viñuales “Ferrer Lerín es el gran alquimista de los géneros breves de nuestro tiempo, los domina casi todos”
acec15/1/2022



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En Casos completos (Ediciones Contrabando, 2021), el editor y profesor de literatura Antonio Viñuales trata de ofrecer una visión integral de la obra de Francisco Ferrer Lerín a través de los casos literarios que se encuentran dispersos en sus libros y publicaciones. Como explica el propio Viñuales, el caso se caracteriza por ser la narración de un suceso inusitado o extraordinario del pasado reciente que rompe con una norma; y dentro de esta forma narrativa más propia del ámbito jurídico, el periodismo o la medicina, y menos habitual en la literatura, Ferrer Lerín es uno de sus principales artífices y exponentes, asegura. 


¿Se puede hablar del caso como género literario?

El caso no es un género propio de la literatura. El caso, es una etiqueta habitual en todo tipo de ámbitos como la justicia, la medicina, el periodismo, la economía. Sorprende sin embargo lo poco utilizada que es por los especialistas de la literatura. A mí esta categoría me la descubre mi profesor Luis Beltrán Almería. Su significado más habitual es el de juicio. El caso es una forma general del discurso tan antigua como la necesidad de juzgar y los primeros casos se dan ya en la prehistoria. Por lo tanto, tiene un origen oral. Los hombres primitivos componen narraciones orales en las que se juzgan comportamientos dañinos con objeto de aleccionar sobre las costumbres que se deben mantener para asegurar la supervivencia de las bandas. A falta de leyes, el caso es la forma del primer derecho humano: el primitivo. Este aplasta la individualidad en favor de la comunidad. La prehistoria no conoce el individuo, pero la entrada en la historia significa su búsqueda, su necesidad. La historia tiene como meta la necesidad de investigar lo individual, de conocerlo, de comprenderlo. La historia podría entenderse como la edificación de sociedades a partir de individuos, solo que ese proceso ha sido lento y ha conocido diferentes fases, con avances y grandes retrocesos. Esta nueva necesidad trae consigo un cambio en las funciones del caso. Este pasa a ser la forma predilecta de la curiosidad científica, periodística y judicial. El caso es una forma mediante la cual las disciplinas tratan de comprender el mundo. Ocurre que esto no es suficiente. La seriedad y la racionalidad cerrada deben completarse con algo más abierto y libre, la racionalidad artística y literaria, una racionalidad que permita la risa, capaz de destruir todas las fronteras para comprender sin límites. La literatura (oral y escrita) va a incorporar los casos con objeto de entender el mundo, pero a diferencia de los juicios científicos serios, va a poder incorporar un elemento sin el cual el caso literario pierde toda su potencia exploratoria: el humor, la risa. Todas las vertientes del conocimiento deberán colaborar en la tarea de comprender el mundo, porque la supervivencia en el mundo moderno no está asociada las tradiciones ni a las costumbres, sino al conocimiento, a la educación y a las artes.


¿Qué peso tienen los casos en la obra de Ferrer Lerín?

Uno de los primeros, y casi únicos, investigadores que se fija en el caso es André Jolles. Este estudioso lo enmarca en lo que él llama las “formas simples” de la imaginación humana. Tales formas son a su juicio genuinas. Las concibe como una necesidad de la que ningún hombre puede escapar. Los autores literarios no tienen un poder superior a cualquier hombre para huir de su importancia. De algún modo u otro las utilizan a pesar de su inconsciencia. Y es mejor que sean conscientes para dominarlas en lugar de ser dominados por ellas. El caso, de hecho, tiene una presencia fundamental en tipos de textos tan aparentemente diferentes como la novela negra y los microrrelatos. Asimismo, por ser una forma imaginativa no tiene por qué ceñirse a un solo campo. La mayor dificultad de las formas imaginativas para los estudiosos es que obligan a manejar categorías que trascienden la compartimentación de las artes con la que los estudiosos están acostumbrados a trabajar. Hay casos pictóricos, los que pintan juicios, cine judicial, arquitectura, etc. Los casos son, como espero que pueda deducirse de la lectura del libro, de un peso absoluto en la obra de Ferrer Lerín. Pero lo mismo para otros escritores y otros artistas. En eso no es una excepción ni una rareza. La función particular que el caso adquiere en este autor es que es utilizado por él como un puente entre la escritura y la oralidad, entre la alta cultura y la baja cultura. Como he señalado, el caso no es propio de un solo ámbito de la cultura. Tiene presencia en todos, tanto los de la racionalidad más excelsa (científica, pericial, investigadora) como en los tenidos incluso por irracionales, en la órbita de los cuentos fantásticos (magia, superstición, brujería, etc.). Ferrer usa el caso para fusionar ambos mundos en uno solo. Los géneros del caso científico, pericial e informativo cuyo manejo aprendió en su etapa como especialista en aves necrófagas y en empresas de prospectiva se unen en su pluma junto a los casos literarios (cuento en todas sus variantes) y periodísticos. Con ello crea productos de la cultura moderna de masas cuya característica principal es precisamente esa fusión de lo alto y lo bajo que todavía nos cuesta entender como artística. Pero es plenamente moderna.


Aunque, como usted mismo asegura en el epílogo de Casos completos, Ferrer Lerín no es un autor que se amolde a lo que entendemos por géneros literarios. Es más, el propio escritor reconoce sentirse cómodo en la “indefinición de géneros”.

Importa muy poco lo que los autores declaran sobre los géneros. La confusión general que se vive hoy aún respecto al impacto y la importancia de los géneros en la comprensión de la imaginación humana hace que se concentre la atención en la opinión de los autores. Se cree que con su opinión basta. Pero el ser humano nunca ha imaginado con palabras sino mediante géneros, por mucho que a los autores les parezca que coartan su libertad. La libertad de un autor no se expresa a pesar de los géneros, sino precisamente a través de su correcta composición, mezcla y trituración. Ferrer es uno de los grandes maestros en el manejo de todo tipo de géneros discursivos breves en todas sus variantes de la alta y de la baja cultura. Además del caso (alto y bajo) maneja como nadie el chiste, el enigma, el milagro, el sueño y la anécdota. Para fusionarlos es preciso dominar su alquimia. Ferrer es el gran alquimista de los géneros breves de nuestro tiempo. Los domina casi todos.


¿Qué criterios se han seguido para clasificar los casos que se incluyen en esta publicación?

Los criterios son fundamentalmente temáticos. He tratado de reunir los núcleos de interés del autor, sin pervertirlos mediante prejuicios teóricos. Hay que pensar, por otro lado, que este libro en realidad parte de un trabajo ya hecho desde hace unos cuatro años. Quizá hoy sería algo diferente esta clasificación. Incluso mi opinión sobre el caso ha variado un poco desde su concepción. Esta clasificación incluye fundamentalmente casos clínicos, empleos, vidas y sinopsis, informes y los que tienen como tema a los materiales literarios.


Las obras de Ferrer Lerín acostumbran a despertar opiniones antagónicas en la crítica y en los lectores, entre defensores y detractores. ¿A qué se deben esas posiciones tan contrapuestas? ¿Por qué no hay “zonas” intermedias?

La polarización es un término que conocen bien los publicistas. Las grandes marcas siempre polarizan. Deben provocar odios a la par que profundos enamoramientos. Con objeto de popularizar esa parte absolutamente tediosa de las democracias que es la vida política y promover la participación ciudadana se la reduce a microdisputas mediáticas que exigen esta polarización. Se trata de generar atención continua mediante posicionamientos rápidos y profundos. No es fruto de la degeneración democrática la polarización sino al revés, el primer estadio de la democracia que ha tratado de introducir a todos los ciudadanos en los debates políticos. No quiero decir que sea la mejor forma. Vendrán mejores e irán de la mano del diálogo, que hoy todavía no conocemos. Con este rodeo pretendo decir que a Ferrer Lerín no le ha llegado el tiempo de la polarización porque todavía no es un autor popular. La democracia, si se quiere ver así, no ha llegado al mundo literario. No gozan todos los autores de la misma publicidad, de la misma notoriedad ni de la misma cuota de pantalla. Tampoco lo formulo como un deseo. Lo que hay es básicamente un desconocimiento total de su obra. De ser la situación contraria podría entrar en el bendito circuito del amor/odio en el que sí está, por poner solo un ejemplo mediático, Arturo Pérez Reverte. Sus polémicas en twitter son un buen ejemplo de que él sí está en el circuito de la polarización, que también afecta a sus obras.


¿Se puede hablar de una estética propiamente leriniana?

Por estética se suele entender estilo individual. En ese sentido elemental del término, desde luego. Los textos de Ferrer tienen un estilo inconfundible que hace que sean reconocidos inmediatamente por lectores debidamente entrenados. Tras la presentación que hicimos de Casos completos en Huesca he detectado una incipiente legión de imitadores de su estilo que están intentando copiarlo con bastante poco éxito, por cierto. Se han fijado solo en sus aspectos retóricos. Se trata de escritores menores, reflejo de esta concepción menor de la estética. Esta ignora que los autores pertenecen a corrientes imaginativas mucho mayores, de gran recorrido temporal, de cuyo estudio solo puede ocuparse una nueva estética que algunos estudiosos nos estamos ocupando de explicar. Entiendo la estética como el estudio objetivo e histórico de las grandes formas de la imaginación, los símbolos y los géneros, a través de los cuales se puede entender la evolución humana a gran escala. Este estudio permite ver cómo mediante las artes, las grandes aportaciones imaginativas van respondiendo a los diferentes retos a los que el hombre se enfrenta en su andadura histórica. La imaginación va adaptando sus diferentes respuestas simbólicas y de esa forma se pueden valorar mucho mejor las aportaciones individuales de los autores. Es normal que los mejores autores como Ferrer Lerín necesiten algo más de tiempo para ser valorados. Suelen ser apuestas de futuro más que apuestas del presente. Ha sucedido siempre con los grandes. Solo se ven en el gran tiempo, no en el microtiempo de la actualidad y la notoriedad en las que nos movemos.


¿Y cree que la estética prevalece sobre el fondo en la poesía y los textos del escritor, es decir, el arte está por encima del mensaje?

Concebida tal como la acabo de explicar la estética está por encima de los autores. Las artes funcionan mediante un sistema de autonomía relativa sobre el mundo, es decir, que tienen unas leyes de funcionamiento propias que se van adaptando mediante ritmos lentos a los retos evolutivos que se le van planteando a nuestra especie. Los autores que proclaman su absoluta libertad sobre los géneros no sabrían dar un paso conversacional sin el dominio de los géneros que realmente tienen. Las novelas tienen unas leyes internas, lo mismo que un saludo, una despedida, una carta y un expone-solicita. Los géneros del discurso son fundamentales para el funcionamiento de las sociedades complejas. Los literarios son solo una clase especial dentro de los anteriores, y son algo más complejos. La Modernidad los ha mezclado, fusionado, pero no los ha eliminado. Son reconocibles y la pereza intelectual no debe hacernos caer en el relativismo. Debe buscarse una respuesta satisfactoria a esa necesidad moderna de fusión cultural (lo alto y lo bajo), así como de libertad y norma. Autores como Ferrer Lerín son una gran oportunidad con objeto de dar esa respuesta a la pregunta del porqué de nuestro tiempo, y este se caracteriza por la unión de necesidad y libertad: un hueso duro de roer para muchos. Las leyes estéticas no restan libertad a los autores. No parece que muchos hayan entendido la importancia de tales leyes ni la nueva forma que adquieren. Tales leyes, como digo son cambiantes, aunque no mutan de la noche a la mañana ni son un capricho de los autores. Ya dijo Spinoza que la libertad era la conciencia de la necesidad. Pocos han hecho una bandera de ese lema. La era de la inteligencia que debe ser la Modernidad debe hacer honor a ese lema y comprender de una vez que es preciso entenderlo para la salvación de la especie. Ferrer lo ha entendido a la perfección, pero su expresión artística, como se ve, no es sencilla. Incorpora entretenimiento y la más alta reflexión. Por eso precisa un estudio. Este Casos completos es una edición de estudio que anticipa una necesaria edición crítica de los mejores autores, cuya lectura debe ser guiada por los mejores lectores.


A su parecer, Ferrer Lerín “pertenece a lo que Beltrán Almería ha definido como la estética del hermetismo”. ¿Cómo se plasma esta forma estética en Ferrer Lerín?

En realidad, ni solo Ferrer Lerín pertenece a esa estética, ni pertenece solo a esa. Las tres patas de la estética moderna a la que pertenecen todos y cada uno de los autores que crean arte en nuestra época es el conjunto del hermetismo, el humorismo y el ensimismamiento. No es una idea mía, claro está, sino del profesor Beltrán Almería, como casi todas las que suelo exponer. No podemos extendernos aquí, pero por hermetismo se entiende la fusión de la imaginación tradicional con la imaginación histórica (la dupla oralidad y escritura), por humorismo la risa, y por ensimismamiento la tendencia a entender el mundo desde una posición individual, lo que se ha leído como una tendencia al narcisismo, al confesionalismo o al repliegue en el individuo por parte de los autores.


Sostiene también que la violencia y la risa, la crueldad y la alegría, acostumbran a ir de la mano en la creación literaria del escritor y que son ejes centrales de su producción artística. ¿Es una singularidad, un rasgo distintivo, una rareza entre los autores actuales?

No se trata de una rareza en caso alguno. La rareza es no ver que la crueldad y la risa son inseparables formalmente. Una prueba fidedigna de esta unión es que nuestro mundo trata de eliminar todo tipo de crueldad. Lo entendemos como un signo de inteligencia y es bueno que esto sea así, pero con esa eliminación estamos eliminando, al mismo tiempo, la risa. Estamos poniendo en peligro el humor. Las denuncias a humoristas, moneda corriente en la actualidad, son el reflejo de que la eliminación de la crueldad se lleva por delante también a la risa. No se trata de denuncias a humoristas crueles a título individual que han pervertido la risa o que la utilizan para disfrutar mediante el dolor ajeno de forma patológica. La unión de risa y crueldad no es una patología, sino una característica de ambos fenómenos, como dos caras de una misma moneda. La risa tiene un componente cruel. La risa simplemente alegre y feliz es una entelequia. Algo falto de todo interés. La crueldad ha sido fundamental en nuestro éxito como especie y aún lo sigue siendo. Solo que esta crueldad debe y puede ser manejada con inteligencia en todos los ámbitos imaginativos. No parece obtener una recepción igual la crueldad en las diferentes artes. La crueldad literaria suele generar un rechazo cuando la cinematográfica, la ociosa de los videojuegos y la deportiva están por completo normalizadas. La crueldad con las demás especies es de otro calibre. Pretendemos ampliar los derechos humanos a los animales sin haber eliminado otros tipos de crueldad entre los humanos. El arte allí tiene un papel fundamental. Eliminar la crueldad del arte sería un crimen de lesa humanidad porque nos enfrenta a nuestra naturaleza. Es nuestro espejo el arte alegre y cruel.


Los sueños, un titular, una crónica periodística, un hecho circunstancial que ocurre en la calle son, a menudo, materiales que aprovecha y reutiliza Ferrer Lerín para transformarlos en literatura. ¿Cómo interpreta ese proceso de “digestión” de la actualidad para convertirlo en arte?

Una cosa es la actualidad y otra la lista de materiales que ha enumerado al principio y que yo no englobaría dentro de esa categoría de lo actual. Por partes. La llamada actualidad es de una importancia crucial en la escritura de este autor. El caso, sin ir más lejos, es un género discursivo que trata fundamentalmente del pasado reciente y de la actualidad. De ahí que Ferrer se interese por las noticias periodísticas, los sucesos, los personajes del hoy en día. Él mismo es un producto de la actualidad. La novela, el género de géneros que se ha convertido en el regente del panorama literario en la Modernidad se ha caracterizado por atender casi de modo exclusivo a la actualidad. Aunque la novela histórica, por ejemplo, sea uno de los principales intereses de los lectores, sus personajes suelen actuar como si fueran seres actuales. La actualidad ampliada es el único tiempo que parecemos conocer, aun a riesgo de perder con ella el rigor histórico. En cuanto a la utilización de los sueños, se trata este de un género de gran productividad desde la oralidad y permite a Ferrer un plus de fabulación, de libertad imaginativa que no encuentra en la actualidad. Es el complemento perfecto para superar las limitaciones de lo actual. Otro es la risa.


Como estudioso de trayectoria del escritor, y ante la dispersión de trabajos y ensayos que hay sobre él, ¿no cree que sería fundamental realizar una investigación integral, completa, que permitiera una mejor comprensión de la obra de Ferrer Lerín en su tiempo y contexto?

La dispersión es algo inevitable en los estudios literarios actuales. El estado general de confusión que se vive en las humanidades promueve la dispersión, que impide la comprensión integral de los autores. Asimismo, la necesidad de un gran número de publicaciones con núcleos de atención diferentes y variados que se les exige a los estudiosos universitarios tampoco ayuda a la concentración del interés en un solo autor. Por mi parte, siempre he tratado de aportar lo contrario a la comprensión de este autor. En mi nómina están dos números monográficos de la revista Caminos de Pakistán dedicados íntegramente a Ferrer Lerín, así como un libro, este Casos completos, que ha tratado de dar con la visión integral por la que me pregunta. Como es natural, también he aportado estudios de carácter más parcial en otros medios como libros colectivos. Uno de los mejores es Arte casual, en el que pretendí también dar las claves de la estética de Ferrer Lerín, y debe entenderse como hermano de este Casos completos.


¿Cuál es la aportación de Ferrer Lerín a la literatura española actual?

La clave nacional suele ser mala consejera para valorar la aportación de un autor. La cultura moderna es internacional y si no, no lo es. Lo que aporta Ferrer Lerín es un producto genuinamente moderno de la más alta exigencia estética, con una elaboración y un manejo lingüístico sin paragón en el idioma español, y con una consciencia de los problemas que afectan a la humanidad de gran calado. A ello añade grandes dosis de innovación mediante la tradición. Auguro una valoración de este autor que está por venir, pues exige una investigación. Yo trabajo para que esta valoración llegue lo más pronto posible. Es la tarea de un crítico acortar lo más posible el tiempo que media entre la producción de las grandes obras y su recepción masiva. A veces esto no se consigue con la prontitud deseada. Hay mitos que entorpecen esa recepción y deben ser por completo destruidos. Casos completos ha querido ser una herramienta en ese preciso sentido: he pretendido demoler el mito de la rareza de Ferrer Lerín para dejar todo el espacio libre a la explicación de su excelencia.






   
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