El Salón del Libro de París se ha volcado con Barcelona y sus autores. La capacidad de seducción y atracción de la ciudad y la proyección en el mercado editorial francés de una larga lista de autores catalanes han convertido la presencia barcelonesa en el Salón como un hecho relevante. Los medios de comunicación franceses dedican estos días páginas y espacios a la ciudad, y sus escritores y el estand Café Barcelone –que presenta las actividades y los libros de los autores catalanes– es uno de los más visitados en la feria. Barcelona comparte invitación con Rumanía (el Salón invita a una ciudad y un país), pero el pulso mediático entre ambos se ha decantado claramente hacia la ciudad catalana.
Barcelona se ha presentado en el Salón mostrando su condición literaria, pero exprimiendo también sus atractivos turísticos, que la hacen agradablemente seductora entre los franceses. El Institut Ramon Llull, que ha coordinado la invitación, presenta la Barcelona literaria como la capital de un país con una identidad propia, pero también como una ciudad de dos lenguas capaz de exportar nombres de notable relieve en el mercado editorial francés y atraer escritores de otros territorios: desde latinoamericanos hasta los franceses Mathias Énard o Jonathan Littell, que han fijado su residencia en la ciudad. El estand de Barcelona reproduce citas de una nómina de autores monumentales, como Cervantes, D. H. Lawrence, Josep Pla, Georges Orwell, Jean Genet, Joan Miró, Manolo Vázquez Montalbán, Bolaño, Vargas Llosa, Harold Bloom o Colum McCann.
El programa de actividades del Salón ha empezado hoy viernes con coloquios de Maite Carranza, Eduardo Mendoza, Imma Monsó y Sergi Pàmies. El acto que ha protagonizado Mendoza ha llenado hasta el último palmo del estand de Barcelona, con una elevada presencia de estudiantes, que hoy han ocupado el Salón. Mendoza ha conversado con Fred Ricou sobre su obra y los procesos creativos. Bajo el eslogan que presenta Barcelona (“Barcelone, ville des prodiges”), el autor ha revelado que estuvo siete años para escribir, precisamente, La ciudad de los prodigios: “Tuve que reducir las 2.000 páginas iniciales a 600” y ha confesado algunos aspectos de su creación: “los días que son muy productivos, inevitablemente provocan que los siguientes sean un desastre”.
Mendoza ha hablado de Don Quijote y la generosidad que muestra (“es complejo y simple al mismo tiempo: todo el mundo lo puede leer”), de Vázquez Montalbán o de algunos episodios que han repercutido en su obra, como la experiencia en Nueva York, en 1973, o la movida de finales de los setenta. El autor de la ACEC también ha abordado como son su relaciones con sus traductores: “no hay un modelo establecido, porque algunos como el alemán me escriben para hablar de cualquier detalle y otros, como el inglés –que es muy amigo mío– optan como si estuviera muerto, porque así se concentran únicamente en el texto”.
Durante todo el fin de semana y hasta el lunes, hay programados unos cuarenta actos con los 25 autores vinculados a la ciudad y que han sido invitados por el Institut Ramon Llull y la organización por su presencia en el mercado editorial francés: además de Mendoza, Miquel de Palol, Carme Riera, Javier Cervas, Berta Marsé, Jaume Cabré, Francesc Serés, Sergi Pàmies, Marc Pastor, Imma Monsó, Sebastià Alzamora, Jordi Puntí, Salvador Macip, Mercè Ibarz, Maite Carranza, Gabriel Janer Manila, Juan Goytisolo, Albert Sánchez Piñol, Alicia Giménez-Bartlett, Javier Calvo, Arnal Ballester, Jordi Bernet, Miguel Gallardo y Rubén Pellejero, estos cuatro últimos como ilustradores.