El Ateneu Barcelonès acogió, el pasado 27 de junio, la presentación del libro Otros fríos, de Ambrosio Gallego, recientemente galardonado con el primer Premio Nacional Ángel González. El acto contó con la presencia de los escritores Guillem Vallejo y Josep Anton Soldevila.
Vallejo explicó que, en estos nítidos poemas –nítidos por su luz y por la esmerada claridad de su verso–, el autor reflexiona más allá de cualquier querencia sobre el acto mismo de escribir, sobre la trascendencia o no del lenguaje, incluso de la palabra poética. “Qué de prisa llega la noche a las palabras”, nos dice ya en el primer poema. Al poeta, como a los románticos, se le escapa, como un pez resbaladizo, lo inefable. Y, en su persecución, van naciendo estelas de poemas que quieren apresar la huella de lo huidizo.
Para conseguirlo, Ambrosio Gallego –que es hijo de su tiempo– emplea un lenguaje no sólo cercano sino atrevidamente rompedor. Con imágenes de una gran plasticidad, el libro va adquiriendo, sin ser poesía social, tonos de denuncia, como ese final del poema Carne de bar, que describe la repulsa con la que apartamos lo que nos estorba, lo que no se ajusta a las leyes de la sociedad: “Y de allí lo sacaron como el chicle / que molesta al andar”. Jugador de palabras, podríamos llamarle. Juega con el lector desde el mismo título del libro hasta los capítulos que conforman la travesía de estas páginas.
El libro parte de la misma experiencia vital, de anécdotas quintaesenciadas en el poema. Los poemas se llaman unos a otros en un juego de espejos y reflejos. Y, en el séptimo poema de esta primera parte, el título Escalera de incendios ya da sentido a esa Salida de emergencia. La escalera que nos lo aclara desde el primer verso de este poema no es otra que la misma vida: “La vida siempre es una escalera/exterior y de incendios”.
Las palabras se ensanchan, pues; se dislocan. Y, jugando con ellas, Gallego llega a resultados sorprendentes, audaces, con guiños a los lectores que van a otros autores, a poetas admirados, en cuya carrera de relevos ha ido avanzando la mejor poesía de todos los tiempos.
Por su parte, Josep Anton Soldevila mencionó como rasgo más característico de Otros fríos la ubicación de la voz poética del protagonista, situada en un medio totalmente urbano, en contraposición al rural de anteriores obras. Soldevila también habló de la condición de bisagra a la que se ve condicionado el ser humano entre la violencia y las limitaciones que le llegan tanto desde fuera como desde dentro, que le obligan a un constante esfuerzo de supervivencia.
Además, comentó la estructura de los poemas como pequeños cuentos; historias que actúan como metáforas de la condición humana. Por la fuerza intrínseca de todos estos aspectos, trazados con un profundo lirismo, Soldevila consideró que este poemario es el mejor de los que ha publicado Gallego hasta el momento.