Català - Castellano
DONAR-SE D’ALTA
La palabra en la mano
Marimen Ayuso 2/2018
Lucía es una mujer de mediana edad, traductora, enamorada de los libros y la literatura. Tiene una hija de 17 años, Sara, que anhela por encima de todo ser música, y un par de buenas amigas, Vicky, devoradora de hombres y sin pelos en la lengua, y la Gretel, una compañera de trabajo alemana que parece la sabiduría y placidez personificada. Pero Lucía alberga un hondo dolor dentro que tiene que ver con su permanente sensación de abandono, y es que ha sufrido dos rechazos que lastran su vida interior y la han hecho replegarse sobre sí misma y aislarse sentimentalmente para evitar volver a sentir dolor: por un lado fue dada en adopción cuando era un bebé, y por otro su marido, Hernán, clasista y atildado, que la dejó cuando estaba embarazada. Ahora Lucía cree vivir tranquila, con las pasiones a raya y conviviendo con esa pena interior que muy pocos sospechan que sufre, pero todos sus esquemas saltan por los aires cuando, conoce a un criador de caballos que pondrá su mundo del revés al hacerle sentir una pasión que ya creía olvidada. Poco a poco una sombra comienza a instalarse en su vida justo en el momento en que todo parecía ir bien, y es que se percata de que comienza a tener problemas de pérdida de audición y sufrirá una sordera irreversible. El trastorno de su nueva realidad cambiarán todos los cimientos de Lucía. Deberá sumergirse en un nuevo mundo sin sonidos donde el aprendizaje de la lengua de los signos adquiere una desconocida dimensión visual.
Marimen Ayuso 2/2018
Lucía es una mujer de mediana edad, traductora, enamorada de los libros y la literatura. Tiene una hija de 17 años, Sara, que anhela por encima de todo ser música, y un par de buenas amigas, Vicky, devoradora de hombres y sin pelos en la lengua, y la Gretel, una compañera de trabajo alemana que parece la sabiduría y placidez personificada. Pero Lucía alberga un hondo dolor dentro que tiene que ver con su permanente sensación de abandono, y es que ha sufrido dos rechazos que lastran su vida interior y la han hecho replegarse sobre sí misma y aislarse sentimentalmente para evitar volver a sentir dolor: por un lado fue dada en adopción cuando era un bebé, y por otro su marido, Hernán, clasista y atildado, que la dejó cuando estaba embarazada. Ahora Lucía cree vivir tranquila, con las pasiones a raya y conviviendo con esa pena interior que muy pocos sospechan que sufre, pero todos sus esquemas saltan por los aires cuando, conoce a un criador de caballos que pondrá su mundo del revés al hacerle sentir una pasión que ya creía olvidada. Poco a poco una sombra comienza a instalarse en su vida justo en el momento en que todo parecía ir bien, y es que se percata de que comienza a tener problemas de pérdida de audición y sufrirá una sordera irreversible. El trastorno de su nueva realidad cambiarán todos los cimientos de Lucía. Deberá sumergirse en un nuevo mundo sin sonidos donde el aprendizaje de la lengua de los signos adquiere una desconocida dimensión visual.
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