Jesús Aguado
La luna se mueve quieta
10/2015
La luna se mueve quieta consta de tres partes complementarias. Las dos primeras recogen columnas seleccionadas (y, en algunos casos, corregidas) de entre las que he ido publicando cada domingo en La Opinión de Málaga a lo largo de dieciséis años. En ellas mi hija Ada aparece como presencia irradiadora e invisible de nuestra casa (primera parte) o como inspiradora de unos textos (segunda parte) que suceden más allá de las puertas de esa casa. La tercera parte es una especie de diario escrito con la intención de que su madre, ausente por motivos profesionales durante dos meses, no tuviera la sensación de haberse perdido nada esencial de lo que iba viviendo su hija (una quimera, claro, porque una hija no se puede sustituir con palabras). La estructura final del libro y muchas de las mejoras incorporadas se las debo a Anna R. Ximenos y a José Ángel Cilleruelo, lectores minuciosos, certeros, sabios y entregados. Gracias de corazón a los dos.
CONTRAPORTADA:
La luna se mueve quieta es un libro que orbita alrededor de una hija desde que ésta tiene apenas un día de edad hasta que cumple nueve años. Esa hija juega en un parque, va al cole, participa en fiestas, dicta una carta al alcalde, mira una foto de su mamá, inventa expresiones luminosas (como la que da título a este volumen), se ducha, ayuda a poner la mesa, se ríe en un hidropedal, se interroga sobre el alma o protege una paloma que se ha posado en una estantería del salón. Su padre la observa, va creciendo con ella y de vez en cuando escribe textos en los que intenta reflejar, sin perturbarlos demasiado, hechos, intuiciones, el paso del tiempo, las tareas del hogar (pelar verduras, tender la ropa) o los objetos (un sacapuntas, unos platos) iluminados por su existencia.
compra on line
Volver a publicaciones de socios