Mi soledad y tú
Montse Margarit
5/2017
Prólogo
Uno puede escoger la soledad. Se siente libre y la escoge como relax o para pensar o para preparar una conferencia o escribir una carta… La escoge libremente y ello le realiza como persona.
Pero existe otra soledad. Esta realmente terrible. Nefasta, porque uno no la escoge. La escogen los otros y se la imponen cuando uno tiene la dolorosa evidencia de no significar nada para nadie. Esta soledad no escogida es prácticamente una condena, una maldición, una cárcel, un oprobio cuando te sientes excluido de toda comunión y vecindad. No eres nada para nadie. Vives en una situación de aislamiento impuesto, forzado, oneroso, desolado y triste. ¿Qué has hecho tú para merecer esto? Simplemente, te han borrado del libro de la vida y del libro de la esperanza. Eres un condenado. ¿Dónde está Dios aquí? Dios es el gran ausente. La inevitable condena. La pura Nada.
José Llunell Vilaró
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