Aunque hace un año que no vive en Barcelona, si de algún lugar es, de Barcelona: puede afirmar, sin ninguna duda, que es barcelonés. Los primeros cincuenta años de su existencia han transcurrido en Barcelona. En concreto, es del Eixample, y más en concreto, de l’Esquerra de l’Eixample. El viaje de su vida fue ir de la izquierda a la derecha del Eixample. Cruzar la calle Balmes.
 
En su caso, las geografías, los escenarios y los paisajes, contienen bien poco. Seguro que se debe a lo que ha escrito hasta ahora. Textos más propios de un publicista, en el sentido decimonónico de la palabra, que de un escritor de creación literaria. Porque ésta tiene necesidad, muchas veces de un marco o paisaje donde desarrollar la historia. Pero un publicista, con el paisaje de las ideas y de las referencias, tiene suficiente.
 
A pesar de la diversidad, el único denominador común entre los textos que hasta ahora ha publicado es, por decirlo de una manera un poco enfática: “la alternatividad”. Y de este saco alternativo, se queda con los símbolos. El valor simbólico que tienen las cosas en oposición al exclusivo valor material que parece tener todo hoy en día. No le extrañaría nada que mañana no sirviera. Ya que, a pesar de los cincuenta y cinco años, aún le queda mucha cosa por hacer y por escribir.