Se cumplen 15 años sin Vázquez Montalbán, que en octubre de 2003 fue a tomar un vuelo en el aeropuerto de Bangkok pero despegó sin él porque el corazón se le paró inesperadamente en medio de la terminal. La Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, a la que pertenecía, clausuró ayer en el Ateneu Barcelonès unas jornadas en su memoria con especial hincapié en su faceta de poeta. El comisario de las jornadas y presidente de la ACEC, David Castillo, señaló que “el éxito de Vázquez Montalbán en el periodismo y la novela eclipsó su extraordinaria faceta poética. Porque él, ante todo, era poeta”.

En la jornada del lunes Manuel Rico habló de las zonas de intersección entre poesía y narrativa en Montalbán. Una de las personas que más saben sobre su obra, Quim Aranda, trazó un mapa de ciudades importantes para él con un triángulo entre Barcelona, Praga y Bostón. Por su parte, el poeta y amigo íntimo, Guillermo Carnero, hizo una singular rememoración de algunos momentos vividos juntos. Para la clausura, tres autores de tres generaciones con una especial relación con el escritor barcelonés: Juan Antonio Masoliver Ródenas, Eduardo Mendoza y Carlos Zanón.

Masoliver compartió clases en la facultad de Filosofía y Letras: “en realidad le importaba un pepino la carrera, porque lo que de verdad le atraía era el periodismo”. Según el crítico literario y poeta, “era muy reservado, no hablaba nunca, pero porque era muy tímido. Masoliver consideró que “su poesía fue en aquel tiempo rompedora”. Al hilo de la frase de García Márquez durante su estancia en Barcelona, que lo consideró “el más político de todos nosotros”, Eduardo Mendoza señaló que Vázquez Montalbán “tenía una idea global de la literatura. No concebía la literatura independientemente de la realidad política y social de su tiempo. Trataba de recuperar la función social de la poesía. Con recortes de la realidad construía algo poético”. Le sorprendía la capacidad de Manolo Vázquez para escribir: “era una máquina de procesar la realidad. Con media frase pillada al vuelo en un autobús era capaz de empezar a escribir una novela o incorporarla a un poema”. Mendoza, que tuvo una estrecha amistad con él, cimentada en encuentros en Barcelona, viajes literarios y la tertulia en su restaurante predilecto del corazón del barrio del Raval, Casa Leopoldo, afirmó que: “había una mirada irónica en todo lo que hacía, pero sumamente humana”.

Carlos Zanón contactó con Vázquez Montalbán cuando tenía 22 años y se empeñó en hablarle de novela policiaca “cuando de lo que en verdad quería hablar él era de poesía”. Precisamente Zanón publicará en enero una novela que va a resucitar al célebre detective de Moltalbán, Pepe Carvalho. Zanón explicó que “Vázquez Montalbán siempre era poeta. No desaprovechaba en cualquier medio la oportunidad para demostrar que escribir no es redactar”.

La clausura de estas jornadas consistió en un breve pero intenso recital de poemas de Vázquez Montalbán a cargo del actor y director teatral Josep Maria Pou, que confesó que “incluso más que actuar en el teatro, lo que más satisfacción me produce es leer poesía en voz alta”. Su voz profunda, sin impostación ni sobreactuación alguna, con una sobriedad cargada de emoción, devolvió a Barcelona los versos del escritor barcelonés. Y concluyó con el poema sobre Bangkok y la muerte, que según él era un cartero que no llama dos veces, y que escribió en 1990 con esa clarividencia suya para todas las cosas y terminó por convertirse en una triste profecía de su adiós en esa lejana ciudad del Oriente a los 64 años.

Toni Iturbe
Librújula

Eduardo Mendoza, Carlos Zanón y Josep M.Pou, en unas jornadas sobre Montalbán

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