Entre los participantes Manuel Rico, Quim Aranda, Guillermo Carnero, Juan Antonio Masoliver Ródenas, Eduardo Mendoza, Carlos Zanón, Josep Maria Pou y David Castillo, presidente de la entidad. Vázquez Montalbán publicó más de una decena de poemarios, pero se convirtió en un escritor popular gracias a la renovación -e incluso introducción- del género policíaco en nuestro país, así como a la repercusión que sus columnas de opinión tuvieron en la sociedad española. Sin embargo, él disfrutaba especialmente cuando componía unos versos que, en opinión de Eduardo Mendoza, buscaban «que el ciudadano viviera su realidad de un modo poético», es decir, que aspiraban a que la mediocridad que domina nuestras vidas pudiera ser vista como un acontecimiento de carácter literario. Su intención de crear una «épica de la cotidianidad» lo convirtió en un escritor rupturista, lo cual hace que el olvido de su actividad poética sea si cabe más injusto.
Con todo, no cabe duda de que fueron sus novelas las que recibieron el aplauso de las masas. Carlos Zanón contó que, cuando él era adolescente, intercambiaba con sus amigos ejemplares de los relatos protagonizados por Pepe Carvalho sin que ninguno de ellos tuviera la sensación de que estaban manejando un producto de naturaleza cultural. «Simplemente nos pasábamos unos libros con los que sabíamos que nos divertiríamos -dijo durante su intervención-, tal y como hacíamos con los discos o los cómics que nos molaban». En mi opinión, estas palabras constituyen uno de los mayores piropos que se puede hacer a un escritor.Los artículos periodísticos de Vázquez Montalbán también marcaron a una generación. Quienes tuvimos ocasión de conocerlo personalmente todavía recordamos su extraordinaria capacidad para hablar en titulares. Yo lo entrevisté en 1997, con motivo de la publicación de Quinteto de Buenos Aires (Planeta). Nos habíamos citado en las oficinas de la agencia literaria Carmen Balcells. Tan pronto como me saludó, me preguntó por la extensión que tendría la entrevista al ser trasladada al papel y, cuando le dije el número de páginas que me habían asignado, asintió en silencio. En aquel momento, no entendí para qué quería aquella información, pero, a medida que la conversación avanzaba, me di cuenta de que ajustaba sus respuestas al espacio del que yo disponía en la revista. Cada una de sus frases era un titular, no soltó ningún pensamiento al azar, no derrochó ni una palabra innecesaria. Era el periodista perfecto incluso cuando jugaba el papel de escritor. Manuel Vázquez Montalbán no tiene en nuestra memoria colectiva el lugar que sin duda merece.
Pasan los años y su recuerdo se disipa. Por suerte, ahora se está rescatando su legado, principalmente gracias a la labor de escritores como Carlos Zanón, que en breve resucitará a Pepe Carvalho, y de asociaciones como la ACEC, que lucha por la defensa de los escritores incluso cuando ya han muerto.
Álvaro Colomer
El Mundo
Eduardo Mendoza, Carlos Zanón y Josep M.Pou, en unas jornadas sobre Montalbán